8. Pesadillas

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El cielo gris se abría sobre el recinto del torneo. El viento soplaba con furia silenciosa entre las gradas de madera. Estas estaban levantadas sobre pilares de madera, al más puro estilo de un palafito, rodeando un enorme terreno escarpado por donde tenían que desenvolverse los campeones, sorteando a los dragones. Roca, hierva y tierra eran los únicos elementos con lo que podían defenderse los postulantes a campeón, era lo único que les ofrecía el terreno, pues los campeones no necesitaban más, todo los recursos necesarios para la batalla los tenían en sus varitas. Sol aún se preguntaba cómo un palito de madera con un catalizador en su interior podían lograr cosas tan grandes.

Y eso es lo que los niños iban necesitar, algo grande, algo espectacular, algo lo suficientemente grandioso como para poder defenderse ante los dragones.

Parecía que Ludo también había logrado su objetivo. Cuando llegaron los alumnos al recinto de gradas estás ya estaban en parte pobladas. Observadores ajenos al colegio. Sol dudaba que fueran entusiastas de los certámenes escolares. Eran corredores de apuestas. Se les distinguía por los portapapeles con pinza, donde apuntaban lo que otros hombres venían a susurrarles. Y también porque la gran mayoría era duendes, nadie movía el dinero negro como esas codiciosas criaturas.

Los cuatro jugadores del torneo ya habían llegado y estaban junto a los otros organizadores decidiendo, por mano del azar, el orden de participación.

Sol estaba en el terreno, entre las columnas de madera que levantaban las gradas. Al rededor del recinto, guardados por las sombras, y ocultos bajo las estructuras de madera, habían otros 40 magos. Dragonólogos, con órdenes de entras al campo si el asunto se descontrolaba.

Desde allí tenía una amplia visión sobre el campo y sobre las gradas. Desde donde estaba veía la tribuna de los jueces, dos bloques de grada más allá, en las últimas filas, unos 30 espectadores ajenos al torneo. No le gustaba, pues ya era bastante contar con la variable de que alguien de dentro de los terrenos de Hogwarts estuviera yendo tras Potter, como para tener invitados ajenos durante su enfrentamiento con el dragón.

Potter... Se preguntó cómo habría resuelto el dilema del dragón. No todos los muchachos de 14 años tienen que superar un reto así en la vida. Aunque, según le había contado Ginny, Harry ya se había enfrentado a un basilisco. Un reptil gigante, es un reptil gigante, al fin y al cabo. Aquel no escupiría fuego, pero desde luego una mirada que puede petrificar o causar la muerte es casi tan imponente como una llamarada.

Sonó el primer cañonazo, llamando al terreno de juego al primer campeón. El Hocicorto Sueco ya estaba en el terreno. De entre las gradas apareció Diggory como un rayo. Se escondió tras unas rocas en cuanto entro en el campo de visión del dragón. Lo cual le salvó de morir calcinado.

En un hábil movimiento de varita trasformó una de las rocas del terreno en un labrador especialmente ladrador. Eso distrajo al dragón, brindándole la oportunidad de escabullirse hacia los huevos.

- El chico tiene recursos, pero yo hubiera buscado un método más defensivo antes de acercarme a la zona de puesta - le dijo Charlie atento a los movimientos de Cedric.

En ese preciso instante, mientras el campeón de Hufflepuff tomaba el huevo dorado, el Hocicorto cambio de interés. El perro no suponía tanta amenaza como el humano que había rondando sus huevos. El dragón escupió fuego sobre su camada, dándole a Diggory de pasada.

Pero este ya tenía el huevo, lo abrazaba con fuerza contra el pecho. Se limitó a correr hacia los dragonólogos más cercanos, bajo las gradas, huyendo del dragón. Allí comprobaron la quemadura y lo llevaron a la enfermería.

Bagman anunciaba alegre que el primer campeón ya tenía su huevo. Mientras el equipo de Sol hacia cambio entre dragones, el jurado dio su puntuación.

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⏰ Last updated: Sep 28, 2021 ⏰

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El Vacio (Snape fanfic) Where stories live. Discover now