FANGS

1.6K 124 28
                                    


Las frías escamas de metal se deslizaban como una gentil lluvia que recorría la delicada piel lechosa arruinada por largos trechos de un leve tono más oscuro, desde luego profundas cicatrices que alguna vez le causaron tanto dolor.

Los suspiros que lentamente lo alejaban de la realidad y lo sumergía en su placentero ritual salían de su húmeda boca y le provocaban un mayor deseo.

Aquel tesoro sagrado, la mismísima herencia de su madre, reptaba lentamente sobre él, como si se tratase del mismo animal en el que estaba dado forma, recorriendo el camino que su actual amo le había enseñado.

Sus carnosos muslos se apretaban en anticipación a lo que estaba seguro que vendría, allí, sobre sus sábanas de seda, en la soledad de su habitación, lejos de cualquier testigo, en la complicidad de las velas.

El rostro de su profundo amor invadía lentamente desde su corazón hasta su mente, donde sus varoniles facciones elegantes se trazaban como si de un mapa se tratase.

Zidian se deslizó sobre el vientre, rozando los salvajes vellos del pubis, cuasando que el joven en estado de ardiente deseo, suspirara mordiendo sus labios.

¿Cómo podría enfrentar a su madre y sus ancestros cuando se reencontrará con ellos y le recriminsran su insano actuar? Cuando la hora del juicio se colocará en su cuello como una soga y le expusiera que en vida manchó con pecado lujurioso el honor de su familia.

Estaba consciente de que lo que hacía estaba mal, pero no podía evitarlo, simplemente no se resistiría a lo que sus mundanas pasiones le exigían a gritos.

La fina cola del brillante reptil tocó su pecho, enroscandose al rededor del delicado pezon que se alzaba ansioso sobre su pecho, con un gemido ahogado apartó todo rastro de culpa alojado en su mente y ordenó al objeto sagrado continuar con su labor.

No hacía daño a nadie, zidian solo era un arma espiritual, a pesar de ser una serpiente aparentemente viva, la realidad es que solo se trataba de desalmado metal sometido a los deseos de quien tuviese permiso de protarle. Era un perfecto guardián, aunque para Jiang Cheng también era quien encarnaba la presencia de aquella persona a quien tanto deseaba y simplemente no podía tener.

Colocando su cuerpo de lado, llevó sus dedos a su boca, donde los llenó con su cálida saliva, llevándolos a veces hasta el fondo, a ese lugar donde sus reflejos trataban de mantelo con vida expulsando lo que intentaba ingresar a su garganta.

Trataba de no perderse en su placer y soltar las riendas de zidian, ya había pasado antes que justo en el borde del clímax el objeto sagrado se había desactivado y vuelto a su forma de anillo, cebando y avergonzadolo en su punto de placer máximo.

— Langghh... GgghHuan— Habló aún con los dígitos revolcándose en su cavidad bucal. Tratando de sentir las manos inexistentes del hombre en su imaginación sobre su piel.

Zidian siseo captando la nueva orden, por lo que sé apresuró a descender hasta las fuertes piernas y enrrollarse firmemente sobre éstas, haciéndolas quedar unidas como si de una cuerda se tratase.

Jiang Cheng llevó su mano derecha hasta su miembro despierto, sintiendo las venas marcadas en este y comenzando a jalar de arriba hacia abajo, bombeando con un ritmo constante.

Sus dedos ensalivados viajaron hasta la tierna carne entre sus nalgas mientras Zidian se apretaba aún más sobre su piel.

De un solo empuje ingresaron dos dedos hasta lo más profundo de su interior, provocando que su espalda se arqueara de una manera bella para quien lo viera.

Con necesidad comenzó a penetrarse al ritmo que sus suspiros y gemidos comenzaban a revolotear por todo el lugar.

— Ahhh~ A-Huan... A-Huan— Recitaba una y otra vez mientras sus ásperos dedos acarician sus entrañas.
—Se siente... Increíble... ¡Ahhh!—

❌IMPURE DESIRE❌Where stories live. Discover now