❌IMPURE DESIRE❌

Diablo 1/2

Inclinaba la cabeza en sumisión y plegaria, silenciosamente su familia cumplía como cada semana la rutina religiosa. En pequeños susurros esuchaba a su hermano y su tío mumurar en una soncronización casi inhumana, trataba de no prestarles arención dado que cada palabra en oración le producía un vuelco en el estómago que casi lo hacía vomitar.

Mirando al altar en el centro iluminado por los divinos rayos del sol pensó que tal vez, dentro de unos meses él se encontraría ahí, uniendo su vida con alguien a quien apenas conoce pero a quien deberá entregarle toda su vida sin derecho a quejarse. Volteó también a ver a su hermano, inmutable y quieto, como si formara parte de los santos en las paredes, apenas y notaba un peuqeño pestañeo en sus ojos cerrados, probablemente trataba de asimilar su mismo destino pero como siempre, manifestaba su desacuerdo en silencio.

A su otro lado se encontraba su tío, sontenía con tanta fuerza aquel crucifijo de plata que sus puños temblaban y la piel se volvía incluso aún más blanca debido a la presión. Sabía que aquello era en gran parte su culpa, de hecho, todo aquel asunto había sido provocado porque se sintió con el coraje suficiente para encarar a su tío con bastante agresividad y, debido a ese arranque colérico, ahora había sentenciado prácticamente toda su vida.

Sintió la herida en su labio abrirse cuando apretó los labios, ahora mismo, sería capaz de ofercer su alama a quien sea que pudiera salvarlo de su muerte en vida programada.

Si dios lo castigaría eternamente, ¿por qué debía también enfrentar el juicio de los vivos?

Alzó de nuevo la vista ahora topandose con los ojos fríos de una virgen que sostenía su pequeño, la única imagen que no lo acusaba con su espeluznante silencio celestial. Tal vez, como ella era una madre podía comprender la angustia de un hijo y por eso no lo juzgaba, es más, parecía tenerle cierta compasión en su mirada triste.

Su corazón se estrujó y soportó las ganas de llorar, no quería darle más motivos a su tío para molestarse de nuevo con él.

El rechinar de los perfectos zapatos lustrados del mayor le indicó que la hora del rezo había terminado, distrayéndolo del impulso de romperse ahí mismo, así que también se levantó y limpió los costados de su traje, sin embargo, el carraspeo seco del viejo lo alertó.

- Te quedas-. Fue lo único que dijo antes de tomar a su hermano firmemente del brazo y tironearlo con rumbo a la salida, deteniendose en la puerta sin siquiera voltear a verle. - A los enfermos se les lleva al médico, no regreses hasta que estés curado-. Sentenció.

Por último solo pudo ver los ojos de su hermano desesperados por regresar a su lado y decirle tan siquiera "algo", pero simplemente lo vio salir por la puerta y él tan solo se quedó ahí, en silencio de nuevo, completamente solo...

Sin poder contenerse más gritó con todas su fuerzas cayendo al suelo sobre sus rodillas, las lágrimas desbordaron como ríos revueltos liberando su frustración por primera vez, había ya soportado mucho pero su dolida alma tenía un límite.

- ¡¿Y QUÉ MIERDA SE SUPONE QUE HAGA?! ¡VIEJO ESTÚPIDO! -. Se tiró por completo al suelo sollozando miserablemente, incluso los mocos de su naríz recorrían su rostro como si tuviera 5 años.

Las mallugaduras en su rostro punzaban al contacto de sus manos intentando limpiar su desastre, no quería que alguien más lo viese así de humillado, suficiente había tenido ya con que su tío hubiese expuesto sus pinturas frente a toda la familia y ahí mismo lo reprimiera a puño cerrado.

En un principio pudo haberse jutificado al decir que pintaba a su amigos para practicar y entrar a la escuela de arte, pero, ¿cómo se justificarían entonces aquellos cuadros donde sus torsos desnudos eran adornados con pecaminosas cuerdas que se cernían sobre ellos? ¿cómo justificaría todas las faltas a las clases de pintura reemplazadas por escapadas al lago donde podía apreciar los mejores cuerpos masculinos?, simplemente no podía, no lo hizo.