C a p í t u l o 24: Otra mirada al cielo (La boda. Parte dos)

705 141 26
                                    





La noche de bodas continuó avanzando, y junto a ello, se fueron presentando las distintas sorpresas que Lisa y Carl tenían preparadas para sus invitados. Ahora entiendo los motivos por los cuales no querían ayuda.

En todo momento nos hicieron sentir parte de su amor, de cómo se conocieron, y la forma en que las cosas fueron avanzando. Por un instante nos sentimos Lisa y Carl, y que hayan logrado eso, provocaron muchas lágrimas.

Y para terminar con este último momento emotivo, Lisa anuncia que es momento de jugar como si fuéramos niños. Los invitados empezamos a murmurar y a preguntarnos con qué nos saldrán ahora.

Cuatro carritos con cojines de colores llegan al centro de la pista de baile, las carcajadas no tardan en llegar, y cuando Carl anuncia que podemos ir a buscar nuestras armas acolchonadas, el DJ hace sonar una canción divertida.

Los invitados corren hacia el centro de la pista, y temo por quedarme sin cojín mientras intento quitarme los zapatos.

De pronto, algo estalla contra mi cuerpo, y cuando el cojín cae al suelo, escucho la carcajada de Cameron, seguida de la de Logan.

—¡Hey! —Se hace presente Will—. No puedes atacar a una mujer sin armas, menos cuando está distraída. Eso es de cobarde —mi hermano amenaza a Logan con su cojín decorado de arcoíris.

Logan intenta aguantar la risa, Will lo nota, se acerca y lo golpea con el cojín. Cameron vuelve a reírse, todo sin soltarle la mano a Logan.

—Vamos, hermano —dice Logan—. Tú no puedes atacarme cuando un niño está tomando mi mano.

—¡No uses a mi sobrino como escudo, cobarde!

Y ambos inician una pelea de cojines. Cameron se separa de Logan y se acerca hasta donde estoy. Su risa me da vida y provoca una carcajada.

A nuestro alrededor, la gente se divierte como niños, tal como lo pidieron los recién casados. Hasta los abuelos se suman a los juegos. No hay persona que esté sentada en su silla, todos están jugando.

Bueno, yo sí estoy sentada, así que alzo a mi hijo y me acerco hasta la diversión.





La fiesta llega a su fin, y todos estamos agotados pero felices por el momento que tuvimos. Nos divertimos, lloramos, y nos volvimos a divertir.

Me duelen los pies de tanto bailar, y el estómago de tanto reír. Y estoy segura de que todos se encuentran como yo.

Lo más gratificante de todo, es ver a Lisa y Carl. Todo salió según sus expectativas, o incluso un poco más que eso. Y creo que no hay mejor precio que ese, el saber que todo salió bien, y que todos los invitados se están yendo felices.

Con Lisa nos unimos en un abrazo que no necesita palabras. Con ese afecto nos decimos todo lo que las palabras no pueden describir a la perfección. Nos amamos y nuestra amistad es tan grande como la fiesta que acaba de montar.

—Te amiga, amiga —le digo cuando nos separamos—. ¡Y te voy a echar mucho de menos!

—¡Y yo a ti, Gia!

Y nos volvemos a abrazar. Lisa y Carl van a descansar de todo recién cuando estén en el avión. Su luna de miel está a nada de empezar. Y es algo que no estaba en los planes, es decir, con todos los gastos que tuvieron, Lisa me comentó que no iba a haber luna de miel. Pero unos días antes de la boda, Carl le pidió que vaya preparando su maleta, porque sí iban a poder viajar. Solo que no quiso decirle a dónde la llevaría.

El deseo de la estrella (Libro 2)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin