C a p í t u l o 13: La tensión y el deseo.

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Volver a ver a Logan, luego de nuestro último encuentro, se siente un tanto extraño

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Volver a ver a Logan, luego de nuestro último encuentro, se siente un tanto extraño. Y mientras lo espero afuera, junto con Cameron, los nervios crecen a cada segundo.

El recuerdo de sus ojos sobre mi boca, me hace sentir algo en el estómago. Una sensación que me recorre de pies a cabeza, me eleva alto y me marea.

Desde aquella noche, sólo hemos hablado sobre su estado de ánimo, y sobre su familia. Me ha contado que la más afectada fue su madre, no por el dolor de la noticia, sino por los recuerdos que la golpearon de forma tortuosa.

Y, desde que Logan pudo desahogarse, pudo ser fuerte para ella. Pudo volver a ser el pilar que fue desde los once años, cuando se reveló contra los maltratos de su padre.

Sus hermanos, al haber sido tan pequeños en aquel entonces, no tienen muchos recuerdos. Pero sufren por su madre, y al estar tan mal por ella, Logan debe ser fuerte también por ellos.

Anoche, cuando hablamos por teléfono, lo noté tan agotado que le dije que podemos pasar la cena para otro momento, para cuando se encuentre mejor. Pero no tuvo ganas de cancelar, dijo que quedarse en casa iba a ser peor.

Admiro su entereza, y sus ganas de mantenerse fuerte. Incluso cuando tiene todos los motivos para derrumbarse, decide no hacerlo por el amor hacia su familia.

La puerta de su casa se abre, y cuando se acerca hacia el auto, una vez más me sorprende el recuerdo de nuestra última despedida.

—¡Dogan! —dice Cameron, contento, aplaudiendo. Algo que también me sorprende.

Logan se ríe, lo saluda con la mano y espera a que destrabe el seguro para poder subir al auto.

Cuando el aroma de su colonia llega a mi nariz, los vellos de mis brazos se erizan. Frunzo el ceño ante la sensación, pero de igual forma, lo saludo de forma simpática. Y cuando veo cómo saluda a Cameron, mi semblante se suaviza. Me encanta que no se haya olvidado del gran saludo de Baymax.

—Lo siento por molestarte —me dice—. Aún no me han llamado del taller.

—No te preocupes por eso, no es nada —le sonrío y emprendo viaje hacia la casa de Carl y Lisa.

Quiero preguntarle cómo se encuentra, pero Cameron no me lo permite. Le cuenta demasiadas cosas a la vez, y Logan debe pedirme traducción para entablar una conversación amistosa con mi hijo.

—¿En serio tu abuelo te regaló otro camión de bomberos? —le pregunta Logan.

—¡Ti! Oto. Me guta —Cameron continúa hablando, y Logan me mira buscando otra traducción.

—Dice que Orejas Ramirez se accidentó y que Pepe lo ayudó —digo riendo, y Logan le responde con el mismo entusiasmo que está usando mi pequeño de dos años.

Cuando llegamos a la casa de Carl y Lisa, Cameron se baja del auto y en vez de entrelazar su mano con la mía, lo hace con la de Logan.

Y mientras que actúo como si se me hubiera roto el corazón, Logan se ríe y disfruta de la atención de Cameron.

El deseo de la estrella (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora