○ Capítulo 25 ○

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Nos encontrábamos en círculo dentro de la casa. En pleno momento de silencio, me fue inevitable repasar las caras a mí alrededor. ¿Cómo es posible que el grupo de confianza haya cambiado tanto? Antes esos lugares lo ocupaban Liam, Manny, Karen, María Francisca y Chris... En su lugar, estaban nuevas personas que estaban dando su vida para que el mundo no se destruyera. Haniel, Merlín, Adam, Lucifer, incluso Amara y su madre... Incluso más aún, Acatriel... Todos ellos aguardando el momento en el que todo el poder al fin perteneciera a la reencarnación final de la hija de Gabriel.

—Lily —Susurró Adam a mi lado.

Su mano hacía presión en mi hombro. De inmediato, levanté la cabeza.

— ¿Por dónde podemos comenzar? —Dije con la respiración pesada. Intercambié la mirada con Lucifer, quien hizo ademán de querer hablar —Hazlo, habla.

Él asintió nervioso.

—Yo... —Antes de que siguiera, Haniel lo interrumpió.

— ¿Fuiste tú quién nos aprisionó en el infierno? ¿Esa bestia...? —Ella intentaba confiar, se le notaba. Pero estaba con miedo, no solo por el hecho de que Lucifer pudiera traicionarnos, sino por lo pasado.

Lo que pasaba en su interior, era dolor. Le dolían los recuerdos.

—No, yo no puedo entrar al infierno del mundo —Él fijó su mirada en mí —Pero si fui quien le habló a Lily apenas llegaron al verdadero inframundo.

— ¿Y quién llevó la bestia al campo de las luciérnagas? —Preguntó Merlín con los brazos cruzados.

Lucifer negó.

—Sé que he hecho cosas horribles en contra de todos los ángeles... —Empezó diciendo, mientras me observaba atentamente —...y a ti.

Mi respiración se entrecortó cuando me apuntó. Podía sentir sus nervios en mi propia piel.

—Probé de todas las maneras para que me escucharan, pero nunca funcionaba, hasta ahora —Siguió.

Me abracé el cuerpo cuando noté que estaba temblando. Me di aliento mentalmente para oír la verdad detrás del enemigo de los ángeles. El verdadero satanás.

—Si no fuiste tú, ¿Entonces quién era? —Dijo Haniel.

Lucifer dirigió su mirada hacia Amara y su madre. Entre segundos me llamaba pasando sus ojos entre ellas y yo. Entonces comprendí que no quería que ellas oyeran. A pesar de estar allí, finalmente no eran parte del equipo. Cerré los ojos y di un suspiro muy largo, solo para acercarme a ellas.

Abrí los ojos y me agaché a la altura de Amara.

—Tenías razón, niña —Sonreí —Lucifer no hizo nada diferente al resto.

Ella mostró una pequeña sonrisa de satisfacción y corrió a abrazar a quien creíamos que era nuestro adversario. Él la recibió, pero su rostro se mostraba incómodo. Percibí su sorpresa y a la vez, la melancolía. Nunca había sentido el cariño y esa pequeña se lo estaba mostrando.

Me di vuelta para hablar con la madre.

—Han sido unas horas difíciles —Le susurré y ella asintió —Le contaré porque llegamos aquí en primer lugar.

No dejé ningún detalle al aire. Le conté absolutamente todo, con el miedo latente de que fuera a abandonarnos, cuando más necesitábamos de su poder. Sin embargo, lo entendió.

—Amara, es hora de descansar, ¿Sí? —Le dijo a su hija, quien tampoco dudó en entregar su mano.

Cuando al final me decidí y tomé suavemente sus manos, me percaté de que todas las miradas estaban en mí. Nuestras pieles entraron en contacto y la luz se desplazó por las venas de las mujeres. Rápidamente entraron en mis manos como si estuvieran volviendo a su origen.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Where stories live. Discover now