○ Capítulo 31 ○

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Respira profundo.

Era lo único que me podía repetir mentalmente. Tenía las manos entumecidas y a la vez, sudadas por el nerviosismo.

Todo a mí alrededor pasaba tan lento. El fuego destruía aquellos edificios iluminados por la tecnología futurista. La ceniza me ensuciaba el cabello y la cara se me llenaba de polvo.

Al paso del dragón, las voces de suplicios volvían a resurgir y los cadáveres de los muertos surcaban las calles. Se me llenaron los ojos de lágrimas al imaginar a toda la generación de ese tiempo siendo destruida por algo en lo que no creían.

—Lily —Escuché a lo lejos —Lily, ¿Estás bien?

Observé desde dónde provenía la voz y me acostumbré a la realidad. Haniel me sujetaba los hombros haciéndome volver en sí.

—S... Sí —Me acomodé el cabello detrás de las orejas y miré a todos, sorprendiéndome de que no era solo el grupo de amigos que había viajado entre todas las reencarnaciones. Además de Haniel, Luzbel, Adam, estaban también Acatriel y todos los demás ángeles que habían venido con nosotros desde el inframundo, esperando alguna orden... Esperándome a mí.

Respiré profundamente de nuevo. Sabía que habían pasado muchas cosas para llegar hasta ahí, pero se suponía que debería sentirme lista, pero a cada segundo me temblaba el cuerpo y me palpitaba el pecho.

No, yo no estaba lista para eso.

De pronto una oleada de calor me atravesó la nuca y la vista se me nubló. Las manos de Adam me sostuvieron cuando se fue mi conciencia.

Abrí los ojos en un extraño lugar, acomodé mi vista y noté que me encontraba en un piso de nubes agradable a la visión. A lo lejos un cielo celeste se perdía en un espacio estrellado, una mezcla de brillos y colores se veían en los horizontes. Me levanté, comencé a caminar hacia un enorme pastizal verde que se extendía a medida que uno avanzaba. Reconocí el lugar de inmediato y corrí al encuentro de la playa que se cernía después de todo el pasto.

A pesar de que el lugar ya no contaba con árboles, ahí estaba la gran escalera que se elevaba hacia una ciudad de oro y cristal.

— ¿Qué te ha hecho volver? —Una voz estruendosa rebotó en el lugar.

Fruncí el ceño ante la pregunta.

— ¿No me has traído tú? —Pregunté inocente.

—Tu mente es la entrada, eso significa que no estás bien —De la nada apareció una figura iluminada a mi lado — ¿Qué te ha pasado?

Dudé antes de hablar. No sacaba nada con esconderlo, si Él ya lo sabía.

—No siento que esté lista —Solté dejándome caer en la arena de la playa.

Lo sentí sacar una sonrisa y de pronto la luz que lo envolvía se desvaneció. Un hombre castaño de ojos azules apareció frente a mí.

—Eso es completamente normal —No le respondí debido a la sorpresa de ver la verdadera imagen de Dios —Cuidado ahí, esta no es mi apariencia.

¿Entonces de quién era?

—Es la imagen de un chico que será muy importante en tu vida si ganas esta pelea —Dijo sentándose a mi lado.

Miré a otro lado rodando los ojos.

—No tengo a nadie más en mente.

—No me refiero a una pareja, Lily —Respondió —Lo ayudarás a encontrar quien es.

— ¿Cómo haré eso? —Me tapé el rostro dudando de aquello. Era improbable de una persona que cada dos por tres pasaba por esa pérdida intensa de saber quién era.

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora