○ Epílogo ○

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Esa noche dormí como nunca, después de haber tenido la última visión: Eran la 01:00 de la madrugada y recuerdo que a pesar de la soledad, tenía la duda de si había funcionado. Por lo que, en plena noche iluminada, un ángel apareció.

Se hizo llamar Gabriel.

Me acuerdo que sonreí y me largué en sus brazos, tal cual hija a su padre.

—Has logrado lo imposible, Sempi —Mencionó sonriente —Todos volvieron, aunque sus memorias están intactas, no paran de agradecer al ángel sagrado. Cada uno de ellos volvió a donde le correspondía, incluso Anette, que ahora está esperando un bebé con Erik.

Me llevé las manos al corazón, dejando que las lágrimas de felicidad corrieran por mis mejillas.

— ¿Sabes quién es la madrina? —Fruncí el ceño esperando la respuesta, sorprendiéndome por la emoción y la reacción que estaba teniendo —María Francisca, que está comprometida.

—Con Chris, ¿No? —Como él era un ángel mayor, pudo volver a donde quiso.

Gabriel asintió.

Reí y me llené de esa alegría de que todos hayan logrado volver a lo que amaban, sin embargo, dejé fluir la melancolía de haber quedado completamente sola.

—Adam se reconcilió con su familia, Liam le propuso matrimonio a Karen —Ahogué el anhelo de verlos y lloré —Monique también volvió. Es como si nada malo hubiese ocurrido, ella jamás se convirtió en ángel, nadie lo hizo.

— ¿Y Manny? —Pregunté inconscientemente.

—Maneja el restaurante con su madre Margaret. Él...está esperando noticias tuyas — ¡Dios! Como había dolido. Sentí que una estaca se me clavaba en el pecho.

Tenía la cara llena de lágrimas y recuerdo que esa noche mojé la almohada de la cama que Brent me había dado.

Me dolía el alma, pero también lloraba de felicidad. Comprendí que la calma siempre venía después de la tempestad y que superaría esa soledad, guiándome de la vida que mis amigos y mi familia estaban siguiendo. Los extrañaría, los seguiría amando y aquello me rompería todas las noches, pero de eso se trataba la vida. El dolor te recordaba cuantas veces luchaste por el bien, sin importar si aquello era para ti o no.

Quiero quedarme con eso: Nada como el dolor para recordar que sigues viva.

Después de meditar tanto, me dormí y no desperté como en doce horas más. Me levanté con un intenso aroma a café y por primera vez en mucho tiempo, como me había convertido en humana de nuevo, podía comer sin remordimiento. Caminé hacia lo que parecía ser la cocina, Brent se hallaba cocinando desesperado.

—Hola —Susurré.

Se dio vuelta exaltado, dejando caer lo que parecía ser un huevo.

—Hola, soy... soy Brent.

—Ya me lo dijiste —Respondí intentando ser agradable. Lo cierto era que llevaba mucho tiempo sin una interacción humana — ¿Qué haces?

Él observó la mesa y se rascó la cabeza.

—Te soy sincero, no lo sé —Rio —No sabía que te gustaba y como llevabas unas ropas muy extrañas, pensé que te habías perdido.

Me di vuelta analizando el lugar, era un monoambiente de dos habitaciones, que tenía un segundo piso con escritorio, la ventana daba la vista a toda la ciudad. Me estremecí al notar que la gran mayoría de edificios eran gigantes, iluminados y tecnológicos.

— ¿Qué año es? —Pregunté abrazándome.

Brent dudó en responder unos segundos.

—En el 2838. ¿Por qué?

Un Ángel Sagrado © (LIBRO 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora