24

454 58 9
                                    

Despierto con la luz de la mañana que entra por mi ventanal; olvidé cerrar la cortina en la noche. Lo que más me sorprende, eso sí, es que Cristina está acostada a mi lado, con ropa, pero entre las sábanas. Pensé que se iría apenas me quedara dormida y veo que no es así.

Tiene su ondulado pelo cubriéndole parte del rostro, el cual está enterrado en mi almohada. Me pongo de pie, luchando por no hacer ruido, aunque de igual forma ella se inquieta y despierta de golpe, inclinándose asustada y confundida.

—Joder, pasé de largo—murmura.

Frunzo el entrecejo sin entender mucho. Se supone que, si planeaba irse, no debería estar cubierta con la ropa de cama, ¿o sí? Pongo un poco más de atención a su rostro y recién me doy cuenta que sus ojos están algo hinchados; pasan desapercibidos porque ella tiene ojos grandes y párpados gruesos de por sí.

—Cristi—digo con suavidad ubicándome a su lado—, ¿segura que estás bien?

—Sí, abuela, ¿por qué? —replica rápido.

—Cristi...

Las lágrimas inundan sus córneas al mismo tiempo que baja la mirada al colchón. Pongo un montón de pelo tras su oreja para despejarle el rostro, y ella arruga la nariz.

—¿Qué pasa? —insisto, muy preocupada.

—Hoy era el cumpleaños de mi mamá—confiesa con voz quebrada.

—Oh, cariño... Jamás me has hablado de ella.

—Está muerta, Emi, hace mucho.

Su postura es rígida, pretende que no le afecta el tema; sin embargo, su expresión acusa todo. Siente demasiado dolor.

—Tú sabes que eres mi amiga, ¿cierto? Una de las mejores.

Le sonrío para que se abra conmigo, para que comparta su pena y yo trate de aminorarla un poco. Me observa en silencio por unos segundos antes de arrugar su rostro gracias a la nostalgia que la posee.

—Tú también. —Se muerde el labio superior para absorber las lágrimas que han caído por su rostro, así que la espero en silencio, sé que está a punto de hablar—: Mi familia... Mis padres y mi hermana mayor murieron en un incendio cuando yo tenía doce años.

Siento la boca muy abierta, nunca me esperé tal tragedia.

—Fue culpa de mi padre en realidad—continúa mientras el agua salada sigue corriendo por sus mejillas—, era adicto a las apuestas y... tuvo problemas con ciertos tíos que echaron todo abajo porque no tenía cómo pagarles. Mi mamá era una buena mujer, dueña de casa, madre primero, todo lo tradicional, ¿sabes? ¿Y de qué le valió enamorarse de un tío que solo le trajo problemas, que la arrastró a una de las peores muertes?

—¿Tú estabas ahí? —inquiero, aunque dudando si debería hacer preguntas tan personales.

Quizás aumente más el dolor, o tal vez no...

Ella niega con la cabeza.

—Por cosas de la vida..., no sé, me quedé donde una amiga de la escuela. Estábamos en una pijamada con dos compañeras más. Vimos una película y nos quedamos las cuatro dormidas en una cama single y un colchón en el suelo. Eran lindos tiempos, ¿sabes? —Asiento, pero no hablo, quiero que continúe su historia—. Sus padres me despertaron en la madrugada y me llevaron a casa..., la cual consistía ahora en solo madera quemada. Me dijeron que, tanto mis padres como mi hermana, se intoxicaron con el humo y seguramente por eso no despertaron para escapar.

—¿Cuántos años tenía tu hermana?

Sus lágrimas, que caían unas tras otras sin pausa, se detienen por un breve momento.

La Armonía Del Destino ✨ [DISPONIBLE EN AMAZON]Where stories live. Discover now