43

391 55 20
                                    

—¡Hugo! —repito en un grito, ahora reaccionando, y me bajo de la banqueta de un saltito para lanzarme sobre él.

Rodea mi cintura con sus brazos mientras suelta una risita suave. Entierro la nariz en su cuello, inundándome de su rico perfume, mientras me acaricia la cabeza.

—Veo que me echaste de menos.

—No seas arrogante—lo regaño cuando nos separamos—. Hugo, él es Román, un viejo amigo. Román, él es Hugo.

Ambos se estrechan las manos, pero yo no puedo quitar mis ojos del hombre que acaba de llegar. Me parece irreal, no me lo creo.

Mi corazón late a mil por hora mientras tomo su antebrazo con una de mis manos y paso el pulgar por el tatuaje tribal que cubre gran parte de ese sector.

Lleva la camisa negra arremangada y le queda holgada; además, viste unos pantalones negros que le sientan fenomenal. Me parece guapísimo.

—Mucho gusto—dice Román.

—Igual—replica el otro a secas. Luego se dirige a mí—: Te estábamos esperando, pero si estás ocupada...

—Román solo me invitó a un Daiquiri por los viejos tiempos, ¿cierto?

Miro al rubio, quien asiente sonriendo.

—Nos vemos luego, Emilia—se despide levantándose—. Te libero para que aproveches a tus amigos. Hasta luego, Hugo. —Hace un gesto de cabeza antes de dar media vuelta y perderse por el lugar.

Poca atención le presto, ya que toda mi concentración está en los ojos que me observan bajo unas cejas fruncidas.

Hugo no está enojado, solo mantiene su gesto natural.

—¿Por qué no me dijiste que vendrías? —averiguo golpeando sutilmente su abdomen con mi puño.

—Quería que fuera una sorpresa. Pero creo que mi presencia aquí no hace diferencia—afirma antes de levantar la mano y pedir un whisky a la chica de la barra.

—¿Qué dices? —espeto entre confundida y cabreada.

Estuve cada jodido minuto pensando en él, por lo que sería ridículo que me hiciera un escándalo liderado por los celos o la inseguridad. No creo que podría volver a pasar por eso otra vez, ya tuve suficiente con Julián.

Hugo pasa los dedos por su ondeado pelo, apoya el codo en el mesón y vuelve a cruzar la vista conmigo.

—¿Tienen historia? —pregunta.

No me cuesta pillar que se refiere a Román y a mí, pero tardo unos segundos en responder.

—Sí—admito antes de apretar los labios.

—¿Hace cuánto?

—¿Para qué quieres saber eso?

—Emilia, ¿recuerdas cómo querías respuesta sobre Carolina? Pues ahora yo también necesito respuestas.

Suspiro porque le encuentro toda la razón.

—Hace años... Dejamos de vernos porque Ali se casó, y después no volví a Mambada porque quería evitar problemas con Julián. Pero Román no es alguien importante, solo teníamos encuentros casuales de jóvenes universitarios, nada más.

—¿Casual como conmigo? —cuestiona enarcando una ceja, serio.

—Nada ha sido como contigo, Hugo. Eso lo sabes bien.

—Ya.

Asiente con la cabeza, pero no agrega nada más. Acorto nuestra poca distancia para atrapar su camisa entre mis dedos.

La Armonía Del Destino ✨ [DISPONIBLE EN AMAZON]Where stories live. Discover now