38

484 58 30
                                    

Hugo se ve tiernísimo recostado sobre mi cama y con mis audífonos "Over-ear" puestos.

Es casi medianoche, una perfecta hora para dormir; sin embargo, cuando llegó hace pocos minutos a mi habitación, me pilló escuchando Alejandro Sanz y se burló de mí, por lo que tuve que obligarlo a oír una de sus canciones, mi favorita: Hoy que no estás.

—¿Ves que es buenísima? —pregunto con una sonrisa.

Levanta un dedo para acallarme y continúa concentrado en la melodía con el entrecejo fruncido.

Rodeo los ojos.

Han pasado cuatro días desde que confesó estar enamorado frente a Paolo, Cristina y Nelly, pero, gracias a que estuve como media hora haciendo control de daños, insistiendo y recontra-jurando que él les tomaba el pelo, el asunto se barrió bajo la alfombra.

Debido a su bomba de sinceridad, me vi en la obligación de castigarnos y tomar algo de distancia para evitar exponer lo nuestro, así que no hemos dormido juntos desde ese día.

Nos pegamos unas folladas cortas durante las tardes del jueves y viernes, pero después de eso pasaba de mí porque yo mataba mucho tiempo en la sala de estar tratando de eliminar cualquier sospecha.

Al parecer, hace poco se le quitó el enojo, ya que no se había dejado caer en mi habitación desde el viernes. No negaré que lo extrañaba muchísimo.

—¿A qué hora se van mañana? —inquiere quitándose los audífonos y dejándolos sobre la colcha.

—Yo creo que cerca del mediodía. ¿Te gustó la canción?

—¿Y cuándo vuelven?

—Ya, deja de ser tan borde—le pido gateando por el colchón para sentarme a horcajadas sobre él.

Me recibe sin reparos, a pesar que no quita lo serio. Posa ambas manos en mis caderas, clava sus grisáceos ojos en los míos y niega con la cabeza.

—Fuiste muy exagerada con lo de la distancia, Emilia. Nadie sospecha nada.

—¿Te gustó la canción o no? —pregunto ignorando su último comentario.

—Es... empalagosa para mi gusto.

—Tú eres empalagoso. —Hago una dramática mueca antes de agregar—: Y apático.

—Sospecho que quieres que sea igual de cursi que él—comenta entornando los ojos.

—Tú ya eres cursi—me burlo entre risas, pero él sigue ceñudo—. ¿Con un besito se te quitará lo gruñón?

Sin siquiera pedírselo, acerca sus rosados labios a los míos y me regala un húmedo beso que acelera mi corazón de inmediato. Atrapo su rostro con mis manos mientras sigo el ritmo, aunque él nos separa de golpe.

—No—responde.

—Claro que sí—insisto haciéndole cosquillas en el cuello.

Finalmente, logro que ría, por lo que sonrío triunfante.

—Te extrañé, Estrellita—confiesa negando con la cabeza—. Supongo que estoy peor de lo que pensé.

Enarco las cejas, emocionada, y rodeo su cuello con mis brazos.

—¿Por qué no vas con nosotras? —inquiero antes de besarlo fugazmente—. También tienes vacaciones en la Odisea y... me gustaría que fueras. Volveremos el viernes. —Trato de sonar lo más persuasiva posible.

Él desvía la mirada hacia la pared.

—No puedo. Debo trabajar en el bar.

—Eres malo, García.

La Armonía Del Destino ✨ [DISPONIBLE EN AMAZON]Where stories live. Discover now