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—¿Mónica ? —Interrumpe mis pensamientos—. ¿Por qué me pediste no tomarte fotos? —Su pregunta me sobresalta más porque su voz es engañosamente suave.

Oh… mierda. Las fotos. Miro fijamente abajo, a mi plato vacío, torciendo mis dedos
en mi regazo. ¿Qué puedo decir? Me prometí a mí misma no mencionar que encontré sus fotos .

—Mónica —chasquea—. ¿Qué es? —Me hace saltar, y su voz me ordena mirarla.

¿Cuándo pensé que ella no me intimidaba?

—Encontré tus fotos —susurro.

Sus ojos se amplían en shock.

—¿Has estado en la caja fuerte? —pregunta, incrédula.

—¿Caja fuerte? No. No sabía que tenías una caja fuerte.

Ella frunce el ceño.

—No entiendo.

—En tu armario. La caja. Estaba buscando tu corbata y la caja estaba bajo tus vaqueros… los que normalmente usas en la sala de juegos. Excepto hoy. —Me
ruborizo.

Me mira boquiabierta, horrorizada y corre su mano nerviosamente a través de su cabello mientras procesa la información. Frota su barbilla, perdida en sus
pensamientos, pero no puede enmascarar la molestia perpleja grabada en su rostro. Abruptamente, sacude la cabeza, exasperada —pero divertida también— y una tenue sonrisa de admiración besa la esquina de su boca. Junta los dedos de sus manos frente a ella y se enfoca en mí una vez más.

—No es lo que piensas. Me había olvidado por completo de ellas. Esa caja se ha movido. Esas fotografías pertenecen a mi caja fuerte.

—¿Quién las movió? —susurro.

Ella traga.

—Solo hay una persona que podría haber hecho eso.

—Oh. ¿Quién? Y, ¿qué quieres decir con “no es lo que pienso”?

Ella suspira e inclina su cabeza hacia un lado y creo que está avergonzada. ¡Debería
estarlo! gruñe mi subconsciente.

—Esto va a sonar frío pero… hay una póliza de seguros —susurra, armándose de valor por mi respuesta.

—¿Póliza de seguros?

—Contra la exposición.

El centavo cae y repiquetea incómodamente gira y gira en mi cabeza vacía.

—Oh —murmuro, porque no puedo pensar en qué más decir. Cierro mis ojos. Esto es. Estos son Cincuenta sombras de Mierda, justo aquí, justo ahora—. Sí, tienes razón
—murmuro—. Eso suena frío. —Me pongo de pie para aclarar nuestros platos. No quiero saber nada más.

—Moni

—¿Ellas saben? ¿Las chicas… las sumisas?

Ella frunce el ceño.

—Por supuesto que saben.

Oh, bueno, eso es algo. Se estira, agarrándome y llevándome hacia ella.

—Esas fotos se supone que están en la caja fuerte. No son para uso recreativo. —Se detiene—. Quizás lo fueron cuando fueron tomadas originalmente. Pero… —Se
detiene, implorándome—. No significan nada.

—¿Quién las puso en tu armario?

—Solo podría haber sido Inma.

—¿Ella sabe la combinación de tu caja fuerte?

Se encoge de hombros.

—No me sorprendería. Es una combinación muy larga, y la uso tan raramente. Es el número que tengo escrito abajo y no la he cambiado. —Sacude su cabeza—. Me pregunto qué más sabe y si se ha llevado algo más de aquí. —Frunce el
ceño, luego vuelve su atención de vuelta a mí—. Mira, destruiré las fotos. Ahora si lo deseas.

... MÁS OSCURAS Where stories live. Discover now