Capítulo 21.1

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—¿Cómo la abrimos?— Preguntó Jun acercándose a la pared.

Jeonghan observó por varios segundos. Las pistas llegaban hasta ahí, no había más ¿entonces como carajos abrían la supuesta puerta? ¿al menos había una ahí? Jeonghan tocó la pared acariciando las letras, el calor de la lámpara había despejado el frio e iluminaba tanto como le era posible. Jeonghan sintió el polvo sobre sus dedos y la textura rugosa de la piedra. No se sentía como un pasadizo secreto, y aunque empujó un poco no pasó nada.

—Parece solo una pared.— Habló Dino. —¿Qué hacemos?

—Bajo la luna blanca.— Repitió Jeonghan con los ojos puestos en la pared. Su mano se deslizó acariciando la piedra. Miró al techo. —¿Dónde está la luna blanca?

—¿la luna no es blanca siempre?— Preguntó Jun.

Jeonghan continuó con la cabeza alzada y dio unos pasos atrás, Dino se apartó al igual que Jun para darle espacio y la luz de la linterna comenzó a tiritar. Jeonghan volvió a enfocar la pared observando las letras y aquella marca. La puerta de los lobos tenía que estar cerca, debajo de alguna luna blanca ¿pero dónde? Sus ojos se abrieron intentándola encontrar.

Tenía que ser una escotilla, la escuela era fan de estas. Bajó la linterna a la altura de su abdomen y acercó el fuego intentando generar calor.

—Aquí está.— Pronunció al verla, tan solo un circulo blanco en uno de los gigantescos ladrillos de la pared. Se agachó. —Esta debe ser.

—¿y donde se supone que está la puerta?— Preguntó Dino colocándose a la misma altura.

—¿Qué tal si es algo así como un pasadizo y...?— Jun se colocó de cunclillas y empujó las rocas. —¡Ah!

Jeonghan se apresuró para sostener los ladrillos que querían caer sobre el beta y Dino tomó a Jun para sacarlo de ese pequeño agujero. No era una puerta, y tampoco era una escotilla, parecía ser un pequeño hoyo formado por accidente, solo que no había nada que lo señalara ahí, tan solo la luna blanca que estaba escondida. Jeonghan jaló de Jun cuando este comenzó a gritar sobre las telarañas y una vez afuera le limpió el rostro.

—Ya, estás bien.— Le dijo quitándole las ultimas del cabello. —Abre los ojos.

—¿Cómo te metiste ahí?— Preguntó Dino acercando la linterna al pequeño agujero. —Es tan estrecho que dudo que cualquier pueda atravesarlo.

—Parece estrecho, pero las piedras son fáciles de quitar.— Habló Jeonghan apartándose del beta para acercarse a la pared. Empujó las rocas y estas cayeron. Aun así el agujero no era demasiado grande. —hay que entrar.

—Las piedras parecen rompecabezas.— Dijo Jun juntándolas unas con otras. —Ah, no, no quiero entrar, me quedaré aquí. — Dino y Jeonghan se miraron mutuamente. Primero Dino se arrastró dentro y Jeonghan le pasó la linterna, despues fue Jeonghan entrando cuidadosamente con algunas indicaciones del menor... y despues arrastraron a Jun adentro tomándolo por el pie. —¡No! ¡No quiero! ¡Ayuda!

Cuando lograron arrastrar a Jun adentro Jeonghan quitó todas las telarañas para que el beta dejara de lloriquear. Era un espacio pequeño y oscuro, Dino alzó la linterna y se puso de pie dando solo dos pasos hacia enfrente. Jeonghan pudo ver la puerta. Era vieja, de madera y un poco diferente a las que había en el resto de la escuela, y arriba de esta se encontraba una pequeña luna blanca grabada en la pared. La que habían pasado era falsa, solo un escondite para la verdadera puerta.

Se puso de pie y arrastró a Jun a su lado para que lo siguiera, el beta se había callado por un momento observando la madera vieja y gastada. Nadie habló en ese momento, tan solo observaron, y cuando Dino extendió la mano y empujó la mano no esperaban a que nada pasase en realidad, pero pasó, la puerta se abrió con un rechinido y la luz de la linterna iluminó esa habitación escondida.

El omega real [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora