Así soy, princesa

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Nos quedamos en silencio, yo dejaba a mis lágrimas brotar con tranquilidad mientras la morena parecía estar manteniendo la compostura por muy poco. Comenzamos a comer aquellos gofres en silencio, una al lado de la otra. - Necesitas ayuda. - A pesar de estar soltando lágrimas, mi voz no sonaba rota o rasposa, mis labios no temblaban y no había ninguna clase de mueca en mi rostro, era como si sencillamente unos excesos de lágrimas hubieran decidido salir.

-Lo sé. - La morena era todo lo contrario, pues, aunque no lloraba era obvio que se estaba reprimiendo, no iba a obligarla a llorar, era cuestión de que ella quisiera. Su voz sonaba rota, apagada y más grave de lo normal, como si llevara horas sin hablar. - En cuanto tenga 18 lo haré. - Y no necesitaba preguntar razones, algo me dice que su tutora no daría el permiso.

-Algo me dice que no debes esperar tanto. - Y por primera vez en la conversación ambas nos miramos, mostrando dos caras de la misma moneda, ambas estamos destrozadas en cierto sentido, en ese momento al menos, pero lo mostrábamos de maneras increíblemente contrapuestas.

-No puedo hacer nada respecto a eso princesa. - Fue solo por un segundo, pero puedo asegurar que toda la tristeza, impotencia y frustración que sentía fue opacada por una momentánea alegría, provocada por el simple hecho de volver a oír mi apodo salir de sus labios.

-Ya pensaremos en algo. - Y fue ese "pensaremos" mi forma de decirle, de la forma menos disimulada, que iba a estar con ella, de aquí en adelante, ayudándole en lo que pudiera. Parece ser que la morena entendió el mensaje porque acto seguido un par de lágrimas cayeron.

-Gracias. - Si no fuera por nuestra cercanía y el silencio de la habitación tengo claro que no habría podido ni escucharla.

Nuevamente todo fue silencio en el que, nuevamente, analicé y reanalicé la conversación que tuve con Catra, espera ¿Dijo que se dio cabezazos contra la pared? Tras caer en ese dato observe el apartamento a detalle, los pocos muebles que tenía la morena destrozados y esparcidos por la sala, hasta que di con lo que buscaba, en la pared del fondo una abolladura con la pintura caída, volví junto a la castaña para confirmar mis sospechas, no dije nada, me limite a dirigir mi mano a su frente para apartarle el flequillo, provocando una queja de dolor por parte de la mayor, causada al mínimo roce y ahí estaba las consecuencias de hacer una locura para evitar una locura aun mayor, Catra tenía un enorme moretón en su frente.- Deberíamos ir al médico.

-La llamaran a ella. - Fue lo único que dijo consiguiendo callarme, hasta que pensé en otra solución.

- ¿Llamamos a Micah?

- ¿Te quedarías más tranquila?

-Bastante, los golpes en la cabeza son muy peligrosos. - La morena asintió mientras suspiraba, dándome el visto bueno que necesitaba.

Saqué mi móvil y marqué su número, ni que decir que respondió bastante extrañado pues no era algo común. Una vez le puse un poco en contexto, al menos el contexto del que era consciente, se dispuso a venir a su casa sin hacer más preguntas, lo que parecía ser el modus operandi alrededor de la morena ¿Me lo advirtieron? De sobra que si ¿Les hice caso? Ja ja, obvio no, lo que me habría ahorrado de ser así, pero Adora Greyskull es una fanática de complicarse la vida y nada ni nadie podrá cambiar eso ¿Por qué? Esa misma pregunta intento responder yo todos los días desde hace 15 años.

- ¿No vas a preguntar? - Catra me sacó de mi ensimismamiento, ya había colgado a Micah y simplemente me había quedado pensativa y en silencio.

- ¡Sobre la relación que tienes con Micah? - La mayor simplemente asintió y yo simplemente me encogí de hombros. - Quitando el hecho de que dije que te daría tu espacio, ese también sería el tema que hizo que acabáramos peleando, así que discúlpame, pero no voy a tentar a la suerte, no ahora al menos, simplemente es el único adulto con el que sabias que tenías relación, suerte de mí que has accedido a que te ayude.

-Eso no fue lo que causó la pelea, solo hizo reventar la burbuja, yo...- El arrepentimiento surcó su rostro antes de volver a hablar. - Me dejé llevar, fue un impulso y perdí el control, pero sé que eso no excusa, perdóname.

-No pidas perdón yo también me dejé llevar, los impulsos pueden ser muy poderosos. - Me quedé mirando al frente pensativa, ante una pregunta que acaba de llegar a mi cabeza. - Me pregunto que serán los impulsos. - La respuesta de la morena fue una pequeña risa apagada que intento ocultar sin éxito.

-No te rías. - Respondí también entre risas mientras le golpeaba levemente en el hombro.

-Perdón, perdón, solo me recordó a algo. - Cat me miro expectante, esperando que expusiera mi punto, con la intención de intentar llegar a algún punto.

-Cuando me refiero a que no sé qué son, me estoy refiriendo a que no sé dónde encasillarlos.- Y alzó una ceja confusa, en un gesto tan cómico que casi me hace olvidar el tema de conversación.- Es decir, cuando pensamos en impulsos solemos pensar en algo malo, pero también hay impulsos positivos, por ejemplo, el llamarme anoche fue un impulso ¿No?- El rostro de la castaña pareció iluminarse ante mi revelación, apoyó su índice y pulgar en su barbilla mientras miraba fijamente la superficie de la mesa por unos segundos hasta que una leve sonrisa surcó su rostro.

-Supongo que nos son debilidad después de todo. - Susurró de tal manera que si no fuera por el silencio que nos rodeaba y la cercanía entre ambas no habría oído.

-Debilidad... ¡Claro! Los impulsos son debilidad. - Y la confusión volvió a inundar su rostro.

-Pero... tú has dicho que hay impulsos positivos.

-Sí, eso dije.

-La debilidad no...

-La debilidad no siempre es mala Catra, en muchas ocasiones es lo que hace que lleguemos a confiar en las personas. - Tras esa respuesta, los segundos pasaron en silencio, mirándonos la una a la otra.

-Yo...- Y repentinamente sonó el telefonillo, interrumpiendo a Catra, Micah había llegado.

No dude en levantarme para abrir, cuanto antes me asegurara de que estaba realmente bien, almenos en lo que el apartado físico se refiere, antes podría quedarme tranquila, por ahora no había mostrado ningún síntoma de contusión grave, no había mareos, perdidas de equilibrio o dolores más allá del moratón en la frente, al minuto de comprobar que, efectivamente era Micah y abrirle, oímos tres golpes en la puerta del apartamento, al momento abrí, encontrándome con aquella figura imponente, aunque de baja estatura para ser adulto, pero siempre con esa sonrisa amigable, una figura en la que sabía podía confiar.

-Llegué. - Dijo mientras me despeinaba con la mano.

-Llegaste, capitán obvio. - Fue lo primero que dijo Catra mientras se acercaba a nosotros, quienes aún estábamos en el umbral de la puerta.

- ¡Catra! - Le regañé.

- ¿Qué? - Y acto seguido la risa del director llamó nuestra atención.

-Parece que sigues tan sarcástica como siempre, eso es bueno ¿Puedo ver el golpe? - La castaña con algo de hastío y un suspiro impaciente le mostró la frente, causando una mueca en el mayor.

-Ese es un gran golpe ¿Me vas a contar como te lo hiciste?

-Nope. - Respondió secamente.

- ¿Motivo?

-Nop- Y tras la segunda negativa terminó por mirarme en busca de contexto, a lo que yo le miré con sonrisa victoriosa.

-Larga historia. - Aquel rostro en busca de respuestas volvió a aquella mirada divertida.

-Eres muy rencorosa señorita. -Dijo mientras estiraba uno de mis mofletes, causando una leve carcajada. - ¿Algún síntoma?

-Ni mareos, ni perdidas de equilibrio o dolores de cabeza anormales, más allá del causado por el golpe o al menos ella no se ha quejado de ninguno. - Dije al momento sin opción a interrupciones, ganándome la atención de ambos oyentes.

- ¿Y si me dejas responder a mí? - Dijo la morena en un tono calmado, provocando que ambos la tuviéramos como centro de atención, aunque esta solo mirara al adulto presente. - Lo que ha dicho ella. - Dijo como si nada.

-Te quejas por quejar.

-Así soy, princesa. - Ambas nos miramos de reojo sonriendo levemente, algo estaba bien, no sabíamos el que, pero algo iba bien y ninguna se iba a quejar.

Típica chica mala. (Catradora AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora