Capítulo 6

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Lo tenía todo planeado, llamaría al taxi media hora antes y tendría en el salón el monto de objetos preparados. Una vez llegado a la Rue Saint- Louis me apresuraría a recoger la primera caja y la llevaría a toda prisa a la tienda y volvería por las próximas tres. Eso era lo que se suponía que debía haber pasado...

Cloe, la abuela y yo desayunábamos tranquilamente en el comedor. El día anterior se habían sorprendido de vernos llegar a Betty y a mí en el coche de Matthew. Creían que algo estaba sucediendo entre nosotros.
-Entonces se encontraron en la isla. -afirmó la abuela.

-Sí, luego mi auto se averió, y Matthew se ofreció a traernos. - añadí, ya le había contado dos veces lo que había sucedido.

-¿Cuándo se convirtió para ti Mr. Proulx en Matthew? -preguntó Cloe mientras degustaba de una tostada con mermelada de frambuesa.

-Insiste en que lo llame así. ¿Por qué la pregunta?

-No lo sé, quizás está cambiando ante tus ojos.

-No lo ha hecho, ni creo que lo haga. Matthew es el dueño del local donde está mi actual tienda, nada más. Que haya sido amable en los últimos días no significa que vaya a cambiar mi opinión sobre él. -argumenté con sinceridad. Matthew no era de mis personas favoritas y yo había conocido su lado insensible desde el primer día.

-Le guardas rencor por lo de la tienda. -la abuela no pretendía dejar el tema cerrado.

-Quizá, pero tengo derecho a hacerlo.

-Zoe, no lo puedes juzgar mal sólo porque lo que tú crees que te hizo es algo malo.

-No entiendo por qué estamos hablando de Matthew. Comprendo que a todas les parezca buen chico, pero no siempre te puede caer bien todo el mundo. Y a mí no me cae bien, me hacen sentir como si estuviera cometiendo un delito por ello. - ya estaba algo cansada de que todos dijeran de que Mr. Proulx era tan buena persona como les había hecho creer, Betty había insistido en lo mismo la noche anterior.

-No te enfades, Zoe. Nadie te está obligando a nada, solo nos parece que eres injusta con él. -confesó Cloe.

-Cambiemos el tema, por favor. - pedí, lo último que quería era discutir con Cloe y la abuela por Matthew.

-Bien, está noche invité a Jenna y a las gemelas para una pijamada. -anunció Cloe. Ah ya entendía porque defendía a Mr. Proulx, había hecho buenas migas con su hermana.

-¡Maravilloso! - gritó la abuela. -Compraré muchos dulces en la pastelería de Matt... - la abuela no quiso terminar la frase, pero a todos nos quedó claro donde compraría. Matthew había aparecido otra vez en la conversación.

Me quedé en silencio hasta que terminamos de desayunar. La abuela seguía hablando de la maravillosa pastelería y su dueño. Mientras que Cloe no dejaba de afirmar y en algunos momentos agregar más adjetivos positivos al repostero.

Como había planeado con anterioridad, llamé al taxi y esperé con los objetos en la entrada de la casa. No tardó en llegar y en menos de 20 minutos ya me encontraba llevado la primera caja hacia la tienda. Me apresuré para abrir la puerta, acomodar el paquete, y correr en busca de las cajas restantes.

Divisé el taxi esperándome al final de la calle. Me sorprendí al ver como el chofer revisaba mis cajas y se apresuraba a arrancar el coche nada más verme.
Corrí tras el vehículo amarillo gritando desesperada, sin siquiera saber si podía escucharme. No me detendría hasta que no tuviera mis cajas de vuelta. Podía sentir un dolor en el costado por todo el esfuerzo físico, y mi respiración acelerarse. Pero no podía detenerme.

-¡Oiga! ¡Pare! !Mis cajas!... -lo seguí lo más que pude, pero mis piernas comenzaron a temblar. Finalmente el taxi agarró velocidad y desapareció de mi vista por completo. Me recosté a una pared empedrada y traté de no entrar en pánico. Todo había sucedido muy rápido.

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