Capítulo 16

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Me desperté a la mañana siguiente, aún pensando en lo que había visto en el restaurante. Miles de teorías locas pasaron por mi mente ¿y si era la antigua novia de Matthew? Había posibilidad de que se hubieran casado en secreto y estuviera firmando el divorcio. ¿Y si adoptaron un perrito juntos y tenían que compartir la custodia? ¿Por qué  otra cosa firmaría alguien un papel? ¿Y si vendió el local? Nah, no creo, lo quería para su pastelería. Estaba atormentada con la situación, y debía aclararse de una vez.

Bajé al comedor y me encontré con Cloe y la abuela, les había prometido que les contaría los detalles de la noche anterior en el desayuno, por
lo que me esperaban desbordantes de alegría y con ansias de saberlo todo.

La abuela Jane para la ocasión, se había levantado temprano y había preparado un delicioso desayuno americano. Unos huevos con beicon me llenarían de energía para el día que me esperaba.

—No omitas ningún detalle. — me pidió Cloe inclinándose sobre la mesa para escuchar mejor.

—Cenamos en Le Lapin Sauté. Fue muy caballeroso, y amable. Nos divertimos mucho, pero quedamos como amigos. —pensar en Stephen me relajó un poco. Al final prometió que nos visitaría, y que pasaría de vez en cuando por la tienda. Incluso se ofreció a ayudarme para cuando me tuviera que mudar de local, si era que conseguía otro para cuando se acabara el plazo del contrato.

—¿Cómo amigos? Zoe, hija, si sigues así serás soltera toda tu vida. Los espantas a todos. —las palabras de abuela me hicieron reír.

—Gracias por los ánimos, pero fue algo entre los dos. Creo que nuestra conexión no era amorosa, más bien amistosa. —les expliqué a ambas lo que Stephen me había hecho sentir.

—¿Pero lo invitaste a casa? —preguntó Cloe mordiéndose las uñas.

—Sí, no te preocupes que les avisaré con tiempo para que lo preparen todo. A él también le hace ilusión conocerlas. —les confesé y ambas saltaron de la emoción.

—Invitaremos a las gemelas y a Jenna, no me perdonarían que no se lo presentara. —Cloe me abrazó y me besó en la mejilla, aún celebrando la noticia.

—Haremos una gran cena, invita a Betty y a Matthew, también. —mi sonrisa se desvaneció cuando la abuela mencionó el nombre del repostero. ¿Invitarlo? No creo que sea buena idea.

—Igual aún no sabemos cuándo vendrá. Mejor los invitamos ya cuando sepamos la fecha. —traté de que no se notara mi incomodidad.

—¡Ya quiero conocerlo! —sonrió la abuela.

Terminamos de desayunar con más calma, y me despedí de ambas dejándolas con los preparativos para la cena. Poco les importaba que Stephen no hubiera dicho la fecha de su visita, lo querían tener todo listo para lo que ellas llamaban el gran día.

Me sentía muchísimo más cómoda manejando la Van por la carretera. Extrañaba el Fiat, pero mi nuevo auto, bueno no tan nuevo, me era mucho más útil para cargar la mercancía. Según las cuentas que había sacado, si lograba vender los objetos comprados en Montreal podría ahorrar un poco de dinero para alquilar un nuevo local en el viejo Quebec.

Llegué a la tienda con la esperanza de tener un día tranquilo y lo hubiera sido, de no ser por la repentina aparición de Matthew.

—Hola. —estaba ordenando los discos de vinilo de bandas de rock de los 60, y casi se me cae uno al suelo cuando lo encontré parado frente a mí.

—¿Qué quieres? —había vuelto otra vez a tratarlo con rudeza. Estaba molesta con él. Aunque me moría de ganas por saber quién era aquella chica.

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