Capítulo 14

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Había estado toda la noche dándole vueltas a una idea, y no podía demorarla por más tiempo. Sabía que lo extrañaría, pero en los últimos años había gastado mucho dinero en tratar de repararlo, y no había servido de nada.

Me levanté muy temprano en la mañana, incluso olvidé desayunar. Había planeado recoger las cajas en mi regreso. El taller de Mr. Ralf quedaba en la otra punta de la ciudad. Tomé el autobús de las 7am y despejé mi mente admirando el paisaje. La herencia de mi abuelo, que había pasado a manos de mi padre y luego a las mías, no me pertenecería más. El Fiat 600 que tanto llamaba la atención de los turistas ya no sería mío.

El viaje fue corto, justo en el comienzo de la Avenue Cartier, se encontraba el famoso taller de autos "La Voiture". Unas enormes puertas de metal pintadas con grafitis y embarradas de grasa, me indicaron que había llegado a mi destino. Las empuje con cuidado de no ensuciarme, y centenares de coches desarmados me dieron la bienvenida. Un chico de unos 20 años que vestía un overol y colgaba de su hombro un trapo viejo y manchado, me recibió con una gran sonrisa.

-Señorita Girou, ¿Qué tal ha estado? Su auto ya está listo. -se trataba del hijo mayor de Mr. Ralf, no recordaba su nombre, pero la mezcla de sentimientos que sentí cuando me anunció que mi Fiat estaba en forma fue casi una tortura, yo ya no podía permitirme montarlo.

-Me alegro mucho, ¿Está tu padre? Quisiera hablar con él.

-No, soy yo quien se ocupa del taller, papá se retiró hace unas semanas. -se acercó más a mí y no me quedó de otra que plantearle mi propuesta.

-Quiero vender mi auto. Necesito el dinero y no creo que pueda seguir manteniéndolo, todos los meses tiene algo distinto. -el chico me miró sorprendido, yo había sido cliente de su padre por los últimos tres años.

-Ojalá pudiera comprarlo, cualquier fanático de los coches daría una buena cantidad por él.

-Podríamos llegar a un acuerdo, no tiene porqué darme solo dinero. -estaba desesperada.

-Tengo una Volkswagen Kombi T1. No es tan costosa como su Fiat 600, pero está casi nueva, la carrocería está recién arreglada y el motor nunca ha presentado problemas, puedo darte dos mil dólares además del intercambio. -me pareció un buen negocio, tendría otro coche, lograría pagarle la deuda a Betty y liquidaría los gastos atrasados de la casa.

-Está bien, no tengo muchas opciones y necesito el dinero. Cobre de allí mismo el arreglo del Fiat. -ni siquiera sabía en cuanto se podría vender el Fiat, pero en situaciones desesperadas se toman medidas desesperadas.

-Ese va por la casa señorita Girou, no queremos abusar, es poco lo que le estoy ofreciendo por su coche. Traeré la camioneta y el efectivo. - me despedí de mi antiguo auto en la distancia, tantos recuerdos que habíamos creado juntos y tantas alegrías que me había dado. A veces para levantarnos en la vida tenemos que abandonar al pasado, y el Fiat ya no me era útil por mucho que yo lo quisiera.

Abandoné el taller en una camioneta hippie de los años 80, pintada de rosa y marcada con un estilo ya más moderno en su interior. No me había parecido para nada un mal negocio, y tuve la esperanza de que las cosas mejoraran.

Aparqué frente a la casa, al escuchar el motor Cloe y la abuela salieron sorprendidas por mi nueva adquisición.
-¡Zoe, que bonita camioneta! -mi hermana pequeña entró en ella para inspeccionarla.

-¿La compraste? -preguntó la abuela, acercándose con una gran sonrisa.

-La intercambié por el Fiat. -susurré, no sabía cuál sería su reacción con la noticia.

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