Capítulo 10.

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Antes de comenzar quería agradecerles los lindos comentarios que recibo y el hermoso apoyo que es un mimo al alma. De verdad que todo eso me motiva a seguir y a continuar escribiendo, por y para ustedes. ❤ 

Me animé a tocar un tema que no es normal en mis novelas como es la autolesión y que trato de que el tema se desarrolle con respeto y cuidado, me siento cómoda en el terreno que me estoy metiendo y espero poder transmitirles la pasión que le pongo a cada palabra y que pueda transmitir todo lo que quiero decirles en esta novelas en particular. 

De más esta decir que espero que les guste y estoy a disposición siempre ❤

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22 de octubre de 2010.

Habían pasado diez días desde aquella decisión que lo había cambiado todo y que había complicado la situación entre Elliot y Olivia. Las cosas seguían igual, aunque las ganas de verse y arreglarlo todo crecían una y otra vez, haciéndolos dudar hasta incluso de quiénes eran.

Elliot continuó autolesionándose encontrando en esa práctica un placer que pocas cosas le daban, encontrando en ello un alivio momentáneo de todo es dolor que continuaba aprisionando su corazón y que le quitaban las ganas incluso hasta de respirar. El único hermoso consuelo que aún tenía era la presencia de Sophie en su vida. Ambos habían decidido continuar encontrándose en el mismo parque, para luego ir a merendar lo que tanto le gustaba a la niña. En esos momentos donde podían compartir una charla agradable, risas e incluso la comida eran sanadores, y recuerdos que llevarían en sus corazones siempre, la presencia de ambos en la vida del otro era un rayito de luz a tanto dolor, a tanta tristeza, era el inicio de un camino que podría llevarlos a la felicidad.

En cuanto a Olivia la castaña buscó un refugio en su trabajo, tratando de olvidar todo aquello que la lastimaba en la soledad, en el momento que permitía que su cabeza le jugara una mala pasada, en el momento que recordaba cuánta falta le hacía Elliot en su vida. Varias veces había intentado ir a su departamento, hablar con él y arreglar la situación, pedirle perdón por todas las cosas mal que había hecho y que lo había lastimado, suplicarle que volviera a su lado a ser ese compañero que tanto amaba, y que por supuesto valoraba.

Había decidido después de varias noches de insomnio dejarle todo al destino, que él manejara todo lo que sucedía a su antojo, y ella aceptaría cualquier resultado sea bueno o malo.

Aquella tarde, como ya era costumbre Elliot y Sophie se encontraban merendando en la misma cafetería de siempre, esta vez la pequeña había pedido una chocolatada caliente y una porción de torta de chocolate y dulce, y Ell tentado por la sugerencia de la niña pidió un café con leche y también una porción de la misma torta. Sentándose en ese rinconcito que ya habían adoptado como suyo con todo lo que habían pedido comenzaron a charlar de trivialidades, ella comenzó a contarle todo lo que había hecho en el día y su relato se detuvo cuando observó algo blanco cubriendo parte de las muñecas masculinas, algo que ya había visto una vez en uno de sus compañeros en el orfanato.

Si bien sabía que era un tema que nunca habían charlado con Elliot y que ni siquiera habían llegado a mencionar era consciente que todo andaba mal en la vida de aquel hombre que ya había comenzado a querer.

Después de recibir la llamada por parte de justicia, Olivia y Fin habían presenciado el juicio por el caso Kock, después de varios días donde ir a declarar había sido una tarea para los detectives por fin había llegado el momento de la resolución del caso. Habiendo presentado absolutamente toda la información que tenían a disposición, y que, claramente llevó a esto a que el jurado tomará una decisión el presidente del mismo tuvo que comunicar frente a la víctima que el culpable había sido declarado inocente.

La castaña suspiró profundamente al ver las lágrimas en los ojos de Catalina, sentía que le había fallado, que nada había sido suficiente para darle un buen final a ese caso, por no hacer justicia sabiendo que todas las pruebas estaban a favor de la joven. Fin tomó su mano sabiendo todas las emociones que recorrían el cuerpo de su compañera, suspirando también ante la injusticia que se acababa de cometer. Más de una vez habían pasado por ese momento, ese horrible momento donde recibían las risas sarcásticas de los culpables, donde veían las lágrimas en los rostros de las víctimas y donde se sentían que su trabajo había sido insuficiente, que nada había servido.

Catalina se retiró de la sala con su cabeza gacha, y Olivia y Fin decidieron volver al recinto para continuar con los informes que tenían pendientes para ese día.

En la cafetería el silencio reinaba entre ambos, continuaron comiendo un poco de las porciones de la torta hasta que por un impulso Sophie se animó a romper el hielo, a quebrar ese silencio que ya se estaba tornando incómodo entre los dos.


—Ell. —Susurró la niña con timidez, realmente no sabía si charlar acerca del tema que le preocupaba.
—¿Si bonita? —Elliot la miró con atención, luego de beber un sorbo de su café con leche.
—¿Tú confías en mí? —Inició indagándolo conectando sus pupilas con las de él.


Elliot se sorprendió ante la pregunta de la niña, no se esperaba que con una madurez notoria Sophie a sus nueve años se atreviera a preguntarle algo parecido. Suspiró profundamente y bebiendo otro sorbo de café decidió responderle.


—Si mi niña, confío en ti. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque siempre te pregunto cómo estas y me dices que estas bien, pero esto no está bien.


La firmeza de la niña lo sorprendió, pero lo sorprendió más como Sophie le señalaba las vendas que comenzaban a asomar por los bordes de la manga de su sweater. Una sensación de vergüenza y dolor lo invadió internamente, no sabía que decirle, ni siquiera se esperaba que ella distinguiera que esa horrible y placentera conducta estaba mal. Las dudas se encendieron en su interior ¿Cómo le explicaría lo que estaba sucediendo en su vida? ¿Cómo le respondería a esa pregunta? ¿Cómo le diría que si bien autolesionarse estaba mal eso le daba un placer necesario en su vida monótona?

Sophie lo miró impaciente, olvidándose por completo de la merienda, olvidándose por completo de todo menos de Elliot. Bebió un sorbo de chocolate caliente y continuó esperando.


—Hace mucho tiempo no estoy bien Sophie, y trato de negarlo para no sufrir más de lo que padezco día a día. —Confesó Elliot agachando su mirada avergonzado buscando las palabras para poder simplificar todo lo que sentía y para que Sophie pudiera entenderlo— Es muy difícil ¿Sabes? A veces siento que no puedo más, y que es buena idea abandonar todo.


Ahí estaba, ahí estaba la confesión a su gran dilema, Elliot por fin había podido poner en palabras todo lo que sentía, y si bien era consciente de que era algo duro de asumir, algo duro de pronunciar se sentía liberado, sentía que realmente estaba siendo sincero por primera vez en su vida con aquella personita que había comenzado a querer.

Sophie lo miró con tristeza queriendo salvarlo de ese dolor que lo atormentaba, buscaba en su mente como poder ayudarlo, atinó a tomar su mano y acariciando con las yemas de sus pequeños dedos los nudillos de Elliot conectaron sus miradas una vez más, y la sonrisa infantil se hizo presente en el rostro de la pequeña.

Quería transmitirle en esa conexión de miradas todo lo que la niña sentía en ese momento por él, lo importante que Elliot se había vuelto en ese tiempo y el inmenso cariño que sentía, era la primera vez que experimentaba esos sentimientos por alguien, y no quería perderlo, él era su amigo, y deseaba estar a su lado mucho tiempo más.


—¿Quieres contarme que pasa? —Preguntó la niña queriendo saber más con la intención de querer ayudarlo.
—Está bien.   

La metamorfosis de nuestro amor || Bensler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora