ღ Capítulo 21 ღ

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Viktor podía sentir sus propios latidos retumbando en sus oídos. Dando temblorosas zancadas siguió en la oscuridad el sonido de aquella pelea, sin notar sus nudillos blancos debido a la tensión de sus manos alrededor del arco. Sus ojos no pueden creer lo que ve apenas llega al sitio. En dicha extensión de césped se daba lugar a una batalla campal entre dos diferentes manadas de lobos, distinguiendo prontamente a Horacio entre ellos.

Le reconoció por ser el único cuyo rojizo pelaje resaltaba un poco bajo la luz de la luna, luchando cuerpo a cuerpo con aquel lobo negro, con quien ya había peleado aquella misma tarde tras cruzar el río. Ambos se mordían con furia rasgando sus pelajes. Aquellos enormes colmillos clavándose en la piel de otro terminaba siendo una escena grotesca. La ira en sus ojos era notoria, ninguno tenía intenciones de dejar ir a su contrincante.

Viktor sintió su cuerpo paralizarse, pues los guturales gruñidos eran aterradores. Las filosas garras de Horacio se enterraron en su costado, causándole un gran dolor y derribándole prontamente. Con prisa dio media vuelta, buscando a quién de su comunidad ayudar. Grande fue su sorpresa cuando, sin notar que aquel lobo negro, reuniendo sus últimas fuerzas para ponerse de pie, logró enterrar sus sucias garras en él sin dejarle esquivar el ataque. Aquello fue seguido por una feroz mordida, que rajó su pelaje.

Un fuerte grito desgarrador por parte de Horacio resonó en todo el sitio, aturdiendo a Volkov quien miraba atónito cómo su cuerpo caía al suelo gravemente herido, mientras su sangre lentamente comenzaba a salir.

Cada lobo estaba pendiente de su propia lucha por lo que ninguno se dio cuenta del estado en el que estaba, sólo el peligris. Tirado en el suelo, sus bicolores ojos comenzaban a cerrarse, y su respiración acompasada se detenía poco a poco. Su cuerpo casi sin vida logró abrir por última vez los ojos, mirándole con aquella ternura de siempre, despidiéndose temporalmente de quien se había convertido en su mayor compañero de aventuras. Le había fallado a la comunidad... y a Viktor.

El peligris sintió el dolor de ver frente a sus ojos una nueva pérdida, le quemaba en su interior la rabia de no haber llegado a tiempo, sintiendo sus ojos aguarse, sollozando. No dejaría que aquel lobo negro saliera ileso. Temblando y con su visión completamente borrosa debido a las lágrimas, Volkov sostuvo una flecha y la posicionó en el arco, apuntando directamente al pecho del oscuro animal. Sin dimensionar el paso del tiempo, simplemente la lanzó, cargado en odio.

Apenas, el peligris intentó secar sus lágrimas con el antebrazo, dándose cuenta de que la flecha cayó justo al lado de la cara de su ahora enemigo. Había fallado el tiro, su única oportunidad, ya no quedaba nada. Viendo a su lobo de rojizo pelaje perecer allí, siente un fuego por dentro poseyéndole. Corriendo sin importarle lo que resulte de ello, y dándose cuenta que dejó caer las flechas antes. No tenía tiempo a su favor, debía continuar.

Volkov avanza hasta allí cayendo de rodillas para sacar apenas la flecha que lanzó mal, enterrada en el césped, usando el ultimo ápice de fuerza restante. El lobo le observa, su socarrona sonrisa se burla de él, de sus fallos, de sus pérdidas. Sin pensarlo Viktor clava con sus propias manos la flecha en su piel, muy hondo, oyendo su chillido. Su rabia es tal, que se permite remover la filosa arma en el interior de sus carnes, viendo el caliente líquido rojo salir.

Pensaba que eso le detendría, pero lo siguiente que sintió fue el ardor insoportable de su propia piel siendo rasgada por las garras del contrario, sus gritos de dolor se oyen por todo el lugar, atrayendo la atención de todos los presentes. Su visión se vuelve borrosa, sintiendo su pronta inconsciencia a causa del insoportable dolor. Sería imposible sobrevivir a ello, pues la pérdida continua de sangre era humanamente inaguantable sin ayuda médica y estando en medio de la nada.

Lo sabía, no había escapatoria, pero con tal de haberle hecho algo de daño a quien había agredido así a Horacio podía estar conforme, refugiándose en la triste esperanza de que tal vez podrían encontrarse en otra vida, y comenzar de cero. Si Horacio había muerto defendiendo lo que más quería, a su comunidad y familia, Volkov también lo había hecho. Su mayor anhelo sería volver a encontrarse con aquellos bicolores ojos, cuya mirada podría envolverle en dulzura una vez más.

Apagándose lentamente y dejándose caer en aquel oscuro abismo, lo último que pudo observar en su semi-inconsciencia, fue una imponente llama de fuego aparecer tras la espalda del lobo negro que estaba acabando con su vida.

Aquello era un animal de enorme tamaño y completamente prendido en llamas, que soltando un poderoso rugido logró quitarle de encima al lobo que le atacaba, mientras el fulgor de su brillo cegaba momentáneamente a todos.

Bajo el cuerpo de esta criatura de fuego, yacía el canino de oscuro pelaje quejándose de dolor, soltando ruidosos alaridos debido al fuego consumiéndole, mientras el lobo del cual salían las llamas no parecía ser víctima de quemaduras ni lesiones.

Lentamente se desvanecía la silueta del lobo negro, siendo pisado e inmovilizado por el contrario, mientras un solemne silencio parecía envolver a todos allí, incluido Volkov, quien sentía sus ojos cerrarse pesadamente, rendido ante su destino... 

🐺🏹• Cuídame  • Volkacio AU [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora