ღ Capítulo 26 ღ

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Finalmente, tras la enorme y constante insistencia de Horacio, prepararían aquella lasaña de verduras después ducharse y ponerse ropa cómoda. Por haber vivido solos, ambos sabían cocinar. No fue problema alguno para ellos dividir las labores de la preparación, encajando a la perfección. Entre risas y animadas conversaciones avanzaban, envueltos en aquel hogareño ambiente.

Volkov se detuvo un momento, apreciando visualmente al moreno y pensando que todo en él era hermoso y llamativo: sus heterocromáticos ojos, su rojizo cabello, y su trabajado cuerpo. Pero valoraba aún más aquellos detalles que sólo él conocía de Horacio: las suaves pecas que sobre su rostro se posaban, su encantadora sonrisa, el poderoso brillo de sus ojos, y el hipnótico aroma de su piel. Todo lo que deseaba era pasar tiempo junto a aquel hombre, sin importar dónde, sin importar cómo, sólo ellos, pudiendo mostrarse tal cual eran.

Cenaron juntos en el living viendo la televisión, aunque en realidad seguían jugueteando entre ellos, riendo y disfrutando, sin prestarle atención al programa en transmisión.

—Espérame aquí, hay algo que quiero darte— balbuceó nervioso el peligris, caminando nervioso hasta su habitación. Estaba decidido, pero aterrado, rogando por que su regalo fuera del agrado del de cresta.

Al volver al living le vio de pie esperándole, ansioso por ver el presente que le sería entregado.

—Cierra los ojos— pidió Volkov, siendo obedecido de inmediato. Viendo todo negro, Horacio tendió ambas manos para recibir aquello.

Oyó la suave risita proveniente del ruso, aun sin poder ver nada, y al no sentir nada en sus manos abrió entonces los ojos, sintiendo su mundo detenerse al observarle. Allí estaba de pie Volkov, con una pequeña cajita entre sus dedos, en cuyo interior se veía un hermoso anillo de oro —Horacio, me gustaría que nosotr... — fue abruptamente interrumpido.

—No. —

El moreno palideció, sintiendo que el aire le faltaba, sus latidos se aceleraban en estado de alerta, todo a su alrededor daba vueltas.

—P-pero yo...— intentaba explicarse el peligris.

—He dicho que no— habló con fuerza, enojado, como si de un animal enjaulado se tratase —No me vas a 'cazar' con eso, no pertenezco a nadie, no me vas a atar con una soga al cuello—

Horacio temblaba visiblemente aterrado, dando pasos hacia atrás, se sentía en peligro, sin comprender qué ocurría. Se veía notoriamente aterrado, girando apenas el pomo de la puerta en un intento por huir.

—Me voy a casa, no quiero verte, no quiero tener nada así contigo Viktor—

Aquellas filosas palabras atravesaron el pecho del peligris, causando un dolor real en él. Podía sentir la angustiante presión que dañaba su corazón tras el despiadado rechazo de quien pensó podía quererle de vuelta. Todo lo que pretendía era darle un regalo, algo simbólico que el arquero pudiese conservar y tal vez al verlo, pensar en Viktor tanto como él pensaba en el de cresta a diario, pero el peso de la realidad le había aplastado una vez más.

Suspiró envuelto en angustia, aclarando el nudo de su garganta que ardía dolorosamente —Ve al automóvil, yo te llevo.— Murmuró Volkov. Su tono neutro y vacío sorprendió a ambos, rompiéndoles un poco más. En completo silencio realizaron el trayecto en vehículo. Ninguno se atrevía a pronunciar palabra alguna. El único ruido allí eran los bajitos sollozos de Horacio, quien temblando se abrazaba a sí mismo. Observaron desde la carretera el ya conocido sector cercano al bosque que en su momento significaba la emoción de volver a verse, pero que ahora eran como trozos de vidrio hiriéndoles por dentro, pues sería su lugar de despedida.

Viktor detuvo el automóvil, sus nudillos blancos denotaban la fuerza con la que estaba aferrado al volante, viendo al frente. Oyó la puerta abrirse, sin despegar su mirada de allí, y sin conectar con la mirada del moreno que le buscaba silenciosamente.

Aquella última mirada que pretendía pedir perdón, y que al no ser correspondida, terminó con todo. El peligris sólo volteó a ver cuando sintió la puerta cerrarse, viendo a Horacio alejándose, perdiéndose en el bosque, y en las dolorosas lágrimas que ahora nublaban su vista.

🐺🏹• Cuídame  • Volkacio AU [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora