ღ Capítulo 22 ღ

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Aquel inmenso lobo de fuego dirigió el rumbo de sus pasos al lado contrario entonces, caminando lentamente hacia donde Volkov estaba, quien puso su mayor esfuerzo en mantener sus párpados abiertos al verle acortar la distancia entre ambos. Sintió su pulso acelerarse, pensando que sería la próxima víctima de esa criatura, sin embargo, le pudo reconocer, sin comprender qué ocurría. Era Horacio, y en sus bicolores ojos brillaba una profunda preocupación al verle en ese estado.

Pese al miedo que sentía, confió en que no le haría daño, sintiendo el tibio calor de sus llamas abrazarle sin llegar a quemar jamás. Con una mirada, el rojizo lobo de fuego exigió a todos los presentes que se retiren de allí, siendo obedecido de inmediato. Tanto los asombrados miembros de su comunidad, como la manada enemiga, quienes al ver cómo su líder era crudamente exterminado, comprendieron que no tenían otra opción más que alejarse de allí.

Horacio, viendo el desastre causado, se tendió junto al peligris, suspirando con tristeza. Su lengua se posó sobre aquella horrible herida que el canino de oscuro pelaje había causado en Viktor, lamiendo cuidadosamente, calmando un poco sus dolores.

Volkov no tenía fuerzas para moverse, aún adolorido y cansado se durmió junto al tibio cuerpo de aquel lobo. Las horas pasaban, y pese a su agotamiento, Horacio no dejó de lamer sus heridas, sanándolas poco a poco, hasta caer en un profundo sueño. Su pelaje y enorme tamaño fueron suficientes para refugiar al peligris aquella noche, compartiendo su calor hasta llegar la mañana siguiente, despertando suavemente bajo los rayos del sol y un hermoso cielo azul.

Estando Horacio aún en forma de lobo, y en completo silencio, sus ojos volvieron a encontrarse, compartiendo sin la necesidad de palabras, el alivio y regocijo que significaba para ambos el verse mutuamente con vida. Lágrimas de felicidad rodaban por sus mejillas, sonriendo incrédulos ante todo lo sucedido. Volkov se aferró a su pelaje en un tierno abrazo —Tuve miedo, Horacio— murmuró apegado a él, —¿Qué fue lo que ocurrió? —

Con total atención, Viktor le observó, notando sus intentos por volver a convertirse en humano, fallando totalmente. La frustración se hizo visible en sus ojos, asustando aún más al ruso.

—No se preocupen, sólo necesita un poquito de tiempo y todo volverá a la normalidad— Habló de pronto aquella anciana que ya bien conocían. Con total calma colocó una manta en el suelo, sentándose junto a ellos, y dándoles una bandeja de frutas.

Ante el esperable silencio de ambos, continuó —¿Ya vieron lo lindo que quedó este sitio? — La naturalidad en su voz despertaba la curiosidad del peligris, extrañándole lo tranquila que sonaba tras aquella sangrienta batalla librada la noche anterior.

Volteando su rostro, notó que se encontraban en el campo de tiros de Horacio, allí había sucedido todo. Sus grisáceos ojos se abrieron por completo, sorprendido de ver que lo que antes era solo césped ahora estaba lleno de florecitas salvajes de pequeño tamaño. Diversos colores de hermosa tonalidad adornaban el verdoso suelo, siendo un espectáculo impresionante. Ahora, con mayor razón Volkov se sentía confundido respecto a ello, siendo esto reflejado en su rostro, el cual fue fácilmente leído por aquella mujer.

—Bien, ponte cómodo que te diré todo— espetó ella con una dulce sonrisa — Creo que mereces conocer la historia de Horacio, sólo te pido que escuches con atención y abras tu mente, porque va a ser un viaje movido— rió para continuar, —Años atrás, lo que era nuestra gran comunidad sufrió una especie de guerra civil. Esto porque miembros del grupo se dejaron ver ante algunos humanos, buscando obtener fama y dinero, sin pensar que sólo serían usados y explotados.

Debido a ésto, comenzamos a ser cazados por humanos hasta casi el punto de la extinción, y éstos lobos en rebeldía, fueron expulsados, convirtiéndose rápidamente en enemigos cuyos constantes ataques comenzaban a dejar sin esperanza a todos aquí.

Desesperados, los líderes de la comunidad, la pareja encargada de cuidar de todos aquí, no sabían qué hacer, pues estábamos todos en grave peligro y ellos no podían dejar descendencia.

Todos aquí teníamos conocimiento de que la mujer era infértil, y el hombre se negaba por completo a tener un hijo con alguien que no fuese ella, incluso si se exponían a ser sacados de la comunidad, no le haría ese tipo de daño a su compañera de vida.

El hombre, que se dedicaba a tallar madera, había hecho un talismán para ella, que sería para salvaguardarla de todo peligro. Tenía la forma de un lobo de gran tamaño, y ella lo cargaba siempre consigo, confiando en su poder.

En total desesperanza, y en busca de protección, ambos pasaron toda una noche implorando a los ancestros frente a una fogata, rogando a ellos mediante las estrellas por una respuesta de ayuda para la comunidad.

Y junto a su súplica, pusieron todo su corazón, prometiendo que darían su vida por la familia del territorio si estos antepasados les permitían tener esa protección.

Aquella honesta y desesperada promesa fue completada entonces con un sacrificio, entregándoles el talismán en el que confiaban, dejándolo arder en aquel poderoso fuego, y viendo el humo subir hasta las estrellas.

Fue cosa de semanas, cuando la mujer se enteró que estaba embarazada, siendo difícil de creer debido a su sabida infertilidad, y siendo aún más curioso cuando dio a luz a un niño cuyo cabello rojizo resaltaba entre todos allí.

Ese niño era Horacio, y en sus ojos bicolores parecía llevar con orgullo su hogar: la castaña tonalidad de la tierra y el verdoso color de la vegetación. La naturaleza, que era su origen y su deber, vive a día de hoy en sus ojos y en la esencia de su alma.

Sus padres lo sabían, él estaba allí para proteger a la comunidad. Era esa la base de su existencia. Rápidamente se ganó la confianza y el cariño de todos. Su madre le enseñó a defenderse usando el arco, y su padre le impartió el amor por su hogar y su gente—

—Y... ¿Qué pasó con ellos? — preguntó con timidez Volkov, completamente sumido en cada detalle de aquella increíble historia.

—En una batalla como la de anoche fue que ellos perdieron la vida, peleando contra la manada que desde un inicio ha significado el peligro latente para nosotros. Fue allí que por primera vez Horacio descubrió que dentro suyo llevaba el poder del fuego—

A la mente de Viktor llegó la imagen de aquel talismán de lobo, lanzado al fuego por esa promesa de sus padres, comenzando a tener sentido cada una de las palabras pronunciadas por aquella mujer de edad.

—¿Y éste no es un don que se controle voluntariamente? — interrumpió una vez más el peligris, sintiendo la cabeza de aquel lobo del que hablaban, apoyada en su hombro.

—No, su sentido de alerta y el instinto de protección son los elementos que le mueven a diario, pero es el miedo a perder a alguien importante lo que enciende este poder superior en él. Es algo que va más allá de lo que puede controlar—

Horacio se removió inquieto en su lugar, mirándola acusativamente mientras ella reía divertida, viendo lo avergonzado que estaba aquel rojizo lobo ante la información soltada, y a su lado, las mejillas de Volkov parecían querer imitar el rojo color de su pelaje. 

🐺🏹• Cuídame  • Volkacio AU [Terminada]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ