♥️♡+:。.。 Mi Bello Chūya。.。:+♡♥️

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Amanecía.

Dazai no quería admitirlo, pero se había enamorado de un hombre y esa persona era Chūya Nakahara, el clon al que siempre trató como alguien que no era persona. Estaba arrepentido, pero tampoco quería revelarle al mundo que tenía gustos por los hombres.

Decidió salir a dar un paseo con Chūya y los niños. Pidió a Chūya que se vistiera femenino para no levantar sospechas, ya que después de ese paseo, irían a una reunión con los de la Port Mafia. Estaba nervioso.

Dazai. ¿Estás seguro de que quieres llevar a un experimento horrible como yo?

Preguntó avergonzado. Traía un vestido que el castaño le obligó a ponerse, y una diadema en la cabeza, haciendo juego con su coleta de lado izquierdo. Estaba ruborizado, mirando hacia lugar, nervioso.

Dazai levantó su mentón con una de sus manos y dió un tierno beso en los labios del contrario, sonriéndole.

Como chica, te ves hermoso, Chūya. Como chico, ya lo eres. No eres horrible.

Respondió serio y dando ánimos. Tomó a Ryū y Atsushi en cada uno de sus brazos, mientras que Chūya levantó a Karma, quien era más inseparable de él.

Bien. Es hora de irnos.

Ambos se divirtieron mucho en ese paseo. Hicieron un picnic, y convivieron como familia. Chūya estaba fascinado con la actitud de Dazai y el drástico cambio. Por otro lado, Dazai se sentía extraño de ser bueno, pero bien. No dejó de sonreír en todo el tiempo en que estuvieron ahí.

Karma ya estaba mucho mejor de salud y Atsushi sabía cómo mantenerse tranquilo con su herida en el brazo. Guardaba bien su reposo y se quedó quieto todo el rato para no lastimarse otra vez.

— Mami, ¿me dash?

El pequeño albino pedía galletas de chocolate de la que Chūya estaba comiendo. El pelirrojo rompió la galleta por la mitad, para darle sólo una de esas partes al niño, ya que no le gustaba darles mucho chocolate.

— Aquí tienes, bebé. Cómela con cuidado.

Dijo con cariño, notando la mirada de Ryū puesta en la otra mitad de galleta, mientras que jalaba de su vestido.

Mamá...

Musitó, con una pequeña babita saliendo de su boca. Incluso mordía su dedo índice ligeramente, imaginando aquella deliciosa galleta.

— ¿También quieres Ryū?

Le entregó la otra mitad.

El azabache la mordió enseguida, dándole algunas lamidas a su galletita para hacerla más blanda y apta para él.

— ¿Karma-kun no alcanzó galletita, Chūya?

Cuestionó preocupado, buscando algún otro paquete que podrían compartir con su pequeño pelirrojo.

Karma se alegró al ver más galletas, y sin separarse de Chūya, arrebató a Dazai aquella galleta de naranja que el castaño le estaba ofreciendo.

— ¡Dica! ¡Me guxta!

Musitó el pelirrojo menor, aunque no le gustaba mucho la idea de que su galleta fuera distinta a la de sus hermanos.

— Me alegra que te guste, cariño. Chūya, por cierto... ¿Crees que puedas evitar hablar o hablar femenino frente a los de la Port Mafia?

¿Eh? No lo sé... Eso es muy...

El castaño sonrió y se aproximó al rostro de su esposo, besando sus labios con ternura, en un descuido de los niños. Pronto se separó.

— Tu voz te delataría, pero cualquiera pensaría que eres una hermosa mujer.

— Nunca te lo dije antes, Dazai. Pero no me gusta travestirme. De lo único que quiero vestirme siempre es de doctor...

¡Papi! ¡Pelota!

Atsushi lanzó una pelota amarilla al joven del vendaje, con la intención de jugar con él.

— Hablamos de eso luego, Chūya. Ve a los vestidores y quítate esa ropa. Vístete como quieras, mientras, jugaré con los niños.

¿Acaso escuchó bien? ¿Dazai lo estaba comprendiendo?

— G-Gracias...

Una vez que Chūya se había ido, Ryūnosuke soltó el llanto de manera repentina, rascándose una de sus manitas pálidas.

— ¿Te lastimaste, mi vida?

Debía ser más atento a sus tres bebés, quienes junto a Chūya se convirtieron en su razón de vida. Observaba la manita de Ryū, mirando muy cerca de él una hormiga colorada.

— ¡Papi, duelle mucho!~

Decía entre llantos.

Dazai se vió obligado a levantarlo en brazos para arrullarlo de cierta manera. Vendó esa manita del azabache y luego la besó.

— Ya no llores, Ryū. Estará bien.

— Dyū, no llodes.

Añadió Atsushi. Karma se acercó a ellos mirando hacia arriba, al igual que Atsushi. Dazai era bastante alto para ellos.

— Papá shabe cudad doló de homigas. ¿Vedá, sushi?

Comentó Karma para animarlo.

— Shí, papi shabe.

Dazai sonrió.
Escuchar a sus hijos de dos años conversar entre ellos, con mala pronunciación y palabras inventadas, se había convertido en algo que amaba más que a cualquier cosa.

Bajó a Ryū al suelo, y fue bien recibido por sus hermanitos, quienes lo abrazaron inmediatamente.

— ¿Dónde te modió?

Preguntó el albino con curiosidad, ambos le miraban la manita vendada a Ryūnosuke, cualquier cosa llamaba su atención.

— ¿Te duelle mucho tobavía?

Añadió Karma.

Estaban impresionados por el hecho.

— No, papá me cudó.

Respondió serio.

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