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Ah... Otro día de aburrida escuela para todos los alumnos, aunque, no había nada raro.

Beomgyu, como buen pretendiente, acompañó a su castaña enamorada hasta la escuela, hasta allí, todo bien. Pero habían un muy pequeñito detalle...

—¿Por qué todos nos miran Beomie? —preguntó la chica en un susurro.

Y en efecto, todas las miradas de los alumnos caían en ellos, murmurando cosas que no alcanzaban a comprender.

El castaño, intentando ignorar el ambiente, entrelazó su mano con la de la chica, sirviendo para que esta pudiera relajarse.

Unos metros más adelante, sus amigos los esperaban, con una cara indescifrable en realidad.

Cuando llegaron hasta ellos, los vieron con cierto temor en su expresión, mientras los compañeros de escuela seguía entre murmullos.

—¿Saben algo, cierto? —dedujo Beomgyu, mirándolos seriamente.

Ellos rieron con nerviosismo y mucha vergüenza, sin tener palabras para explicar la situación.

—S-Sucede que-

—Joven Choi, señorita Hwang, por favor acompañenme a mi oficina.

Y los mencionandos se tensaron ante el llamado de su director.

Asintieron, dando una última mirada a sus amigos, antes de caminar tras el hombre.

—¿Hicimos algo malo? —susurró la chica de nuevo.

Él se encogió de hombros rápidamente, un poco asustado.

Pasaron por varios pasillos, encontrándose con el equipo de fútbol de la escuela, todos con diferentes expresiones en el rostro.

Sehun estaba un poco inconforme, EunWoo estaba sonrojado, el resto del equipo incómodo, y Hyunjin... Él sí estaba enojado.

Dejando eso de lado, ambos castaños ingresaron, tomando asiento nerviosamente frente al director.

El mayor los miraba fijamente, mientas ellos temblaban del miedo.

—Supongo que ya saben por qué están aquí. —habló serio, y ambos se miraron.

—D-Disculpe, pero en realidad no lo sabemos. —articuló Beomgyu.

El hombre suspiró desviando la mirada.

—¿Quieren que les diga por qué? —preguntó, devolviendo su vista a ellos.

Con un miedo latente, ambos asintieron.

—Hace unos días, salieron de su aula a buscar a la señorita An, ¿cierto? —y aún sin entender, asintieron. —Ella me dijo algo... Revelador.

Pero aún no comprendían. El soltó el aire con fuerza, asustando un poco a los jóvenes.

—¿Es cierto que tuvieron relaciones íntimas en los baños escolares?

Y los ojos de los dos castaños se abrieron en exageración.

—¿¡QUÉ!? —gritaron al unísono.

—¡Nada de gritos! —regañó.

Pero no pudieron evitar hacer evidente su alteración.

—Pero noso-

—Sólo díganme si es cierto. —interrumpió, observándolos con intensidad.

—¡No! —concordaron.

¡Mierda Yu-Jin! ¿¡En qué nos metiste!?


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Cuarenta minutos, habían pasado exactamente cuarenta minutos desde que entraron a aquella oficina, aún entre la constante tensión.

—¡Adelante! —habló el mayor ante los repetidos toques en la puerta.

Y la figura de Yu-Jin se hizo presente, fingiendo sorpresa al ver a los jóvenes allí.

—Buenos días, ¿me llamaba?

—Por favor tome asiento. —cortó el hombre, y ella hizo caso. —Verá, lo que usted me contó sobre-

—¿Así que fuiste tú? ¿Tú le contaste a todos cierto? ¡Eres una mentirosa! —explotó la castaña, levantándose mientras golpeaba el escritorio.

—¡Señorita Hwang! —reprendió.

Ella, aún muy inconforme, volvió a tomar asiento, frente a la burlona mirada de la más baja.

—Por favor, joven Choi, aclare lo que hablamos. —pidió el director.

Beomgyu suspiró. Tenía que explicar la realidad, pero con tacto.

—Le hablaré... Desde el principio. —empezó a contar. —Ellas, no se llevan nada bien, lo admito, pero la verdad es que Yu-Jin siempre ha sido quien busca dañarla, y esta no es la excepción, todo lo que An contó es mentira.

Fue muy breve, pero esperaba que lo convenciera.

—Señorita Hwang. —la llamó, y ella asintió, comprendiendo que debía dar su versión.

—Y-Yo, y Beomgyu sí salimos juntos ese día, pero juro que sólo buscamos a An, no hicimos nada más. —resumió apenada.

Y por último miró a Yu-Jin, que mantenía un semblante neutro.

—Usted ya conoce los hechos, director. —habló An, manteniendo su postura.

El hombre suspiró.

—¿Hay alguna deferencia que tenga con la señorita Hwang? —volvió a preguntar.

—No que yo sepa. —respondió sencilla.

—Sí sabe... ¿Qué una mentira de esta magnitud merece una sanción del mismo tamaño? —habló serio.

Y el cuerpo de Yu-Jin tembló ante la mirada de los tres.

—Pero-

—Le daré una última oportunidad, yo confío enormemente en la palabra del joven Choi, y sinceramente, ya he notado el trato despectivo que tiene hacia su compañera.

Y el cuerpo de An se heló. Pareció pensarlo. Aún tenía oportunidad de arrepentirse y resolver todo... Cosa a lo que no estaba dispuesta.

—No... Yo le digo la verdad.

Él hombre suspiró, volteando la computadora en su escritorio.

Cámaras. La escuela tenía cámaras.

—Según esto, ¿en qué momento fue? —desafío el mayor.

Y lágrimas de frustración llenaron los ojos de Yu-Jin, dando un hipido de perdición.

—¡Pero ellos-

—Pero nada. —interrumpió. —Llamaré a sus padres, y espero que asuma la responsabilidad de lo que hizo.

Los jóvenes suspiraron con alivio, mientras el hombre sonreía hacia ellos. Había sido útil después de todo.

Beomgyu tomó por debajo de la mesa la mano de la castaña, quien le sonrió.

Yu-Jin, un problema por fin se acababa...

⇝丂卂ㄒ丨́尺丨匚ㄖ༅  讽刺的 𓇽︎ϲнοι ϐєοмgγυ᯽︎Место, где живут истории. Откройте их для себя