Día 193.

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"Sólo una" susurró Rosé, sus labios moviéndose contra la frente de Jennie. "Sólo por un segundo."
                             
"Ve a dormir."
                             
"Soy una chica sencilla, Jennie, pero tengo necesidades."
                             
"¿Y yo, con mostrarte mis tetas te vas a sanar?"
                             
"Una teta" corrigió "Y ninguna otra cosa ha funcionado hasta ahora. Me gusta la medicación alternativa y la experimentación."
                             
Exhausta y sonriente, Jennie se hundió en la sudadera vieja de Rosé con más fuerza, deslizó su mano bajo el borde deshilachado de ella y frotó la suave piel de su cadera. Con un bostezo dejó que se alejara más y agarró las costillas antes de cerrar los ojos y ajustar la pierna que se deslizaba entre la paciente que estaba utilizando como una almohada.
                             
Fueron tres largos meses desde el incidente que hizo que Rosé lo admitiera finalmente. Tres meses de altibajos y tres meses de ellas. Y ahora Rosé era el caso milagroso que aterrorizaba a Jennie. Ella era la chica que estaba cada vez más fuerte que nunca con el LVAD y se estaba preparando para salir de nuevo.
                             
"¿Por qué quieres que te muestre mis tetas? No puedes hacer nada con ellas."
                             
"Me estoy muriendo, no estoy muerta" explicó Rosé, con la mano deslizándose hacia abajo, haciendo un gesto fantasmal antes de agarrar con su mano su trasero. "Estoy segura de que todavía puedo hacer mucho con ellas."
                             
"Eso es lo último que necesito en mi conciencia, matar a una chica con mis tetas."
                             
"Vaya manera de morir" suspiró suavemente, soñando con las posibilidades.
                             
Había un lugar donde Jennie se sentía segura, donde ella clava su nariz y respira con demasiada frecuencia tratando de embotellar todo los recuerdos que pueda, justo allí en la clavícula de Rosé y la casi gastada sudadera de MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) que era de su padre.
                             
"Lo siento" masculló Rosé cuando Jennie se estremeció por sus manos frías tocando la piel en su espalda. "Flujo sanguíneo deficiente."
                             
"Ven aquí" susurró Jennie, sujetándola y colocándola bajo su propia barbilla. Ella besó los nudillos y volvió a cerrar los ojos. "Puedes tocar mi trasero más tarde."
                             
Rosé se quedó quieta. Ella tenía una chica en su cama que conocía todas sus partes malas, que vio sus cicatrices y escaneos y todavía quería correr el riesgo de verla morir. Era demasiado y Rosé lo lamentaba. Pero la abrazó más fuerte y cerró los ojos mientras besaba el cabello de Jennie una vez más, inhalando la humedad de él, el olor fresco de la ducha.
                             
"¿Cómo fue la cirugía?"
                             
"Larga. Pero bien."
                             
"¿Le dijiste a tu mamá que vas a renunciar?"
                             
"¿Dijiste tetas?" Jennie desvió el tema. "Tengo algunas de esas por ahí."
                             
"Dijiste hace dos semanas que lo ibas a hacer."
                             
"¿Cuál es la prisa? Quiero decir, no es como si estuviera desperdiciando mi vida tratando de salvar vidas. Es una mentira noble por la cual vivir."
                             
"Porque quiero que seas feliz."
                             
"Estoy feliz ahora mismo."
                             
"Bien."
                             
La verdad era que casi lo había dicho mil doscientas veces. Cada vez que veía a su madre, casi le decía que ya no quería hacer esto, y sin embargo, cuando las palabras estaban allí en la punta de su lengua, se encontró muda y asustada. El coraje que Rosé le dio para liberarse de repente se redujo a nada más que una predisposición natural al escuchar lo que su madre estaba diciendo en el momento.                                                    
Jennie nunca pudo decirle eso, pero tampoco pudo admitir que estaba asustada, por lo que sólo soportó ese secreto y se llevó el resto con un silencio que lo hizo para que nadie supiera que sufrió bajo el peso inflexible de su propia honestidad.

heart [chaennie]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon