XIX

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29 de abril del 2021

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29 de abril del 2021

—¿Hola? —escucho nuevamente en mis sueños. —¿Hola?

Se escucha tan lejana y tan real.

—¿Mer? ¿Estás ahí? —me levanto inmediatamente del sofá y mi celular cae al suelo, lo levanto y miro hacia todos lados con la esperanza de que no sea un sueño.

—¿Hola? —su voz se escucha del otro lado de la puerta, está aquí.

No es un sueño, realmente está aquí.

—Escuche que habías llegado al pueblo esta mañana... no lo sabía ¿podemos hablar? ¿Puedes abrirme? —coloco el celular sobre la mesa de centro y me dirijo hacia el baño lo más rápido que puedo.

—Sí, si... ya voy, espera —digo un poco nerviosa.

Cepillo mis dientes, me arreglo lo más que puedo el cabello y salgo disparada hacia la puerta. Ayer con el cansancio ni siquiera alcance a cambiarme de ropa.

Apenas abro la puerta sus ojos me examinan por un instante y una sonrisa triste sale de sus labios.

—Hola Mer —dice inseguro y me mira directamente a los ojos.

Se siente tan extraño que me llame así.

—James —digo en voz baja y agacho la mirada un momento para luego volver a mirarlo.

No ha cambiado mucho, está un poco más alto de lo que recuerdo y más delgado, pero su rostro, su rostro sigue igual, más maduro, desde luego, pero sigue siendo el mismo chico de gafas que conocí cuando era una niña, la única diferencia que me deja perpleja es su mirada, la forma en que mira... la expresión de sus ojos, ya no es la que era antes.

—¿Puedo entrar? —dice señalando tímidamente hacía dentro de la casa.

—¡Ah! claro, adelante —le digo y me muevo hacia un lado, para dejarlo pasar.

James entra y se sienta en el sofá en el que estaba acostada hace unos minutos, y yo me siento frente a él, sin apartar la mirada en ningún momento.

—¿Cómo has estado? —pregunta sin dejar de mirarme.

Lo observo unos instantes y de repente no puedo aguantar las lágrimas, porque no puedo decirle que he estado bien, cuando no es cierto, no a él. Agacho el rostro hacia el suelo, entrelazo mis manos y no puedo evitar ocultar el sollozo que sale de mis labios, él se levanta inmediatamente y se agacha frente a mí.

—No llores Mer, no fue tu culpa —dice y yo levanto mi mirada hacia él, pero las palabras no salen, no sé qué decirle, no sabe que no recuerdo nada, -todo esto es tan difícil-. Él toma mis manos entre las suyas. —Mer, está en el pasado, ahora estas aquí y es lo que importa.

Merly ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora