03. Cinco obsérvame-soy-superior-a-ti Hargreeves

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Capítulo tres: Cinco obsérvame-soy-superior-a-ti Hargreeves.

Ahora sí, a lo que venía, su deber era detener ese apocalipsis a como diera lugar. Esta vez se encontraba sentado frente a Vanya descansando en un sofá individual con una taza de café en la mano, buscaba algo de apoyo de quien por lo menos para él era la más sensata de entre sus hermanos.

—Sobreviví como pude; Comida enlatada, cucarachas, lo que encontraba—relata con la mirada perdida.

Número Siete, quien se mantenía callada lo observaba con empatía tratando de colocarse en sus zapatos, (algo imposible si me permiten opinar), pero por lo menos lo intentaba.

Cinco rechista al aire.

—¿Viste esos chocolates que dicen que nunca vencen? ¡Es pura mentira!

—Debió ser terrible—atina en comentar su hermana.

Lo fue.

—O haces lo que sea para sobrevivir o mueres—reflexiona y descansa su mirada en algún punto fijo de la mesita de centro frente a él.

«No seas tan dramático, anciano» escucha en su mente como si ella estuviera allí presente.

Sin poder evitarlo una pequeña sonrisa de lado se dibuja en su rostro, entrecierra los ojos y niega con lentitud.

—Nos adaptamos, lo que sea que nos hagan, hallamos la manera de superarlo—concluye.

Esto último al parecer le resultó confuso a la Hargreeves y no esperó para hacer notar su duda.

—¿Nos?

—¿Tienes algo más fuerte?—esquiva el tema y Vanya entiende que no debe seguir indagando.

Cada tres días se movían de lugar, dentro de ese tiempo, interdiario se turnaban para buscar cosas

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Cada tres días se movían de lugar, dentro de ese tiempo, interdiario se turnaban para buscar cosas. Si a Jo le tocaba, Cinco se concentraba en su estudio y en la creación de fórmulas que ella no entendía. Si era Cinco quien lo hacía, Jo se aburría luego de la media hora e iba tras él.

Esa vez le tocó a Cinco.

Pero Jo no fue tras él.

La muchacha terminó de anotar en su cuaderno espiral lo que le había sucedido el día anterior y lo divertido que le pareció molestar a Cinco, típico.

De camino a guardar la libreta de memorias se adentra a la tienda de acampar desgastada por las circunstancias, y sin poder librarse del asombro por todo el desorden a su alrededor suelta un suspiro.

Cincomanía.

De esa forma fue bautizado el lío de hojas sueltas, pilas de libros abiertos de par en par y rayones por todas las partes posibles.

Wow—susurra para sí.

Sopla un mechón de cabello en su frente obligándolo a pasar para un lado. Manos a la obra.

BonitaWhere stories live. Discover now