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—Dormir en el suelo fue la peor cosa que pude hacer ¡En serio!

Había amanecido y toda la mañana tuvimos que aguantar las quejas de Jean, que si le dolía la espalda, que si los mosquitos no lo dejaban dormir, que si Remi y Tess no le dieron suficiente espacio en la tienda.

—Y él dio la idea de venir. —comentó Juleka, peinando su cabello con los dedos.

—E' lo qu le pa'a a lo' itadino'. —aparte el cepillo de dientes de mi boca y tomé un sorbo del vaso con agua, escupí la pasta de dientes detrás de un árbol.

—No te entendí nada.

—¡Oye Tess! ¿Crees poder recordar esta imagen mía? Estoy seguro que será una obra de arte si lo dibujas, sobre todo  porque se trata de mi. —habló Kim con arrogancia al mismo tiempo que posaba subido en el techo del auto.

—Lasserre hace arte, no dibuja a monos como tú. —se burló Alix, luego de lo dicho, chocó palmas con Tess, quién se estaba a su lado.

—Por los menos los monos son más inteligentes que... ¡Un conejo! Que es solamente tierno y diminuto, así como tu Alix. —señaló Kim sin desistir ante la burla.

—¡¿Te estás burlando de mi estatura?! —y Kim era hombre muerto.

—¿Y qué tienes contra los conejos? —Tess cuestionó, ahora Kim estaba doble de muerto.

Habíamos estado desarmando las tiendas de acampar y guardándolas en los autos, no habíamos desayunado y ya varios habíamos cambiado nuestras vestimentas para próximamente, partir hacia la catarata.

—¿No meteremos las sillas? —preguntó Nino.

—Las llevaremos, el sol ya debe haberlas secado. —expliqué, mientras con el cepillo de Juleka peinaba mi cabello, luego lo guardé en su bolso dentro de la cajuela antes de que se diera cuenta.

—¿Por qué no quieres que los vea?—preguntó Jean.

—Ah ¿Porqué son privados? —replicó Tess, tomando posición a mi lado para guardar una camisa, con Jean siguiéndola.

—Son solo dibujos —insistió el castaño apoyándose en el auto—. Desde que nos conocimos no me has mostrado ni uno.

—Únete al club. —Tess me echó una mirada furtiva, tratando de ocultar su sonrisa pero la comisura de su labio la delató.

—No sabía que tenía fans —fingió ella egocentrismo, el cual me hizo reír— ¿Está todo?

—Creo que sí, pero ¿Caminaremos mucho? No quiero ensuciar mis zapatos, además son los que duelen.

Y en lo que Jean seguía quejándose, Tess cerró la puerta de la cajuela con fuerza, casi ignorando al castaño como si ya fuera rutina. Todos finalmente nos reunimos para decidir quiénes llevarían tales cosas y en poco tiempo nos habíamos adentrado al bosque (el cual era menos tenebroso de día), con nuestra ropa más liviana para meternos al lago, aunque para mi mala suerte solamente había traído una camisa y unos jeans, los cuales serían incómodos a la hora de sumergirme pero ya no había nada que se podía hacer más que resignarme.

Tess iba al frente, guiándonos hacia la catarata, yo iba hasta atrás confiando en que la teñida nos llevaría al lugar correcto, ya que ni siquiera yo recordaba haber pasado por aquí. Cargaba conmigo una silla, mi celular y mi cero sentido de orientación; el suelo seguía resbaloso por la tormenta de ayer, así que tenía cuidado por donde pisaba. Delante de mí estaban todos hablando de diferentes trivialidades, como la siguiente apuesta que harán Alix y Kim, o las quejas de Nino afirmando que no podía llevar la silla así que Alya se la arrebató, pero lo que en definitivo no podía escuchar era la voz de Tess, riendo con sus amigos ¿De qué reirá tanto? ¿Por qué tenía que verla reír de lejos y no de cerca?

TRY HARD | Luka CouffaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora