𝕱𝖑𝖊𝖘𝖍[II] (+21)

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FLESH [II]

[Créditos de Fanart a quien corresponda]

Miserable hombre graba con cuchillas tu nombre

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Miserable hombre graba con cuchillas tu nombre.

Arranca mi carne, busca sacíar tu hambre, marca con tus iniciales mi piel, nuestro placer se eleva otro nivel.

Lléname de tu escencia, robate mi pureza, destroza mi inocencia.

De rodillas a su merced, mi dulce boca es sólo de usted, masacre mi cuerpo y arrójelo a los rosales, soy fiel a sus deseos más inmorales.

Sukuna escribía sus iniciales y palabras denigrantes con sus largas uñas; enterrando éstas y traspasando la piel de la desnuda muchacha, completamente vulnerable frente a él.

-Oh, Sukuna.

Jadeó, completamente cautiva de las emociones placenteras, al sentir el duro falo de aquel hombre penetrando con rudeza su sexo.

La sangre proveniente de su, pálido y pequeño, cuerpo repleto de heridas que formaban distintas palabras, los abrazaba, los escondía de aquel prohibido acto ante los ojos de cualquiera.

-¿Quién es tu Dios?

Cuestionó Sukuna, abriendo el abdomen de la fémina con sólo una mano, mientras arrancaba un pedazo del tierno cuello con sus dientes, para escupirlo en el rostro de la muchacha que reflejaba felicidad absoluta.

-¡Tú eres mi Dios!¡Sukuna!

Gemía sin pudor alguno, declarando a todo pulmón su máxima devoción al tatuado hombre.

El nombrado sonrió, viendo la obra de arte frente a sus ojos: la pálida muchacha llena de marcas de dientes, trozos de su carne arrancados, su abdomen abierto de par en par, y múltiples palabras grotescamente humillantes marcadas a carne viva en su tersa piel.

Sólo de su propiedad, el único que cómo suya me puede proclamar, el único que mi cuerpo ha de profanar, el único hombre al que puedo adorar.

Con sus manos magulle mi tierna carne, escriba sus iniciales con mi sangre.

Que mi boca sólo aclame su nombre que mi interior sólo a usted reaccione, haga conmigo atrocidades que ni Dios perdone, disfrute de mí como le plazca, bello hombre.

-Estoy a tu merced.

La muchacha de ojos negros se encontraba de rodillas ante su ser amado.

Alabándolo, profesando su eterna devoción y fidelidad hacia este.

Sukuna acarició su mejilla, para brindarle una sonora bofetada en lo que quedaba de piel en su destrozado rostro.

-Come.

La chica sonrió, y asintió de inmediato una y otra vez, deslizando con suma delicadeza y lentitud sus manos hasta la prominente erección del hombre.

Fue tomada, duramente, por sus cabellos negros en una coleta improvisada. Tan duro, que llegó al punto de sentir su cuero cabelludo arder ante tal agarre.

devoción (18+)Where stories live. Discover now