Soy tu único Dios, dirás mi nombre o no pronuncies nada.
(Múltiples historias -one shots eróticos- dónde Sukuna Ryomen es tu pareja)
(Todos los personajes tienes son mayores de edad +18 años)
NSFW
18+
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Advertencia: - Línea temporal: un par de años más adelante de lo ya visto en todo el libro "DEVOCIÓN ". -Mención de desnudez, lenguaje vulgar, etc. -DaddyKink, por supuesta xd -Parte 2
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-¿Me has extrañado, mocosa?
Cuestionó Sukuna mientras me subía a horcajadas sobre una de sus piernas.
Se encontraba sentado al borde de nuestra cama cubierta por blancas sábanas.
Estaba con un simple pantalón deportivo, dejando al descubierto su tatuado y trabajado torso.
Al dejar a Itadori junior con mi hermana no perdió el tiempo y regresó corriendo a la casa, ya que tiene prohibido ir en cualquier tipo de vehículo mientras esté con Itadori.
Apenas entro en la casa me tomó entre sus brazos y me dió varios besitos para luego ir a cambiarse de ropa con el fin de sentirse más cómodo.
Volvió a la sala y se sentó en el sofá, llamándome con un tierno "amor", buscando que mi presencia acompañara la suya.
Y ahora estamos aquí, yo sobre una de sus musculosas piernas, rozando nuestras bocas y sus grandes manos recorriendo mi cintura, muslos y trasero.
-Mucho, al parecer papi últimamente está más que ocupado para atenderme.
Pronuncié en un tono meloso, pasando mi respingada nariz por su mejilla y hablando de él mismo en tercera persona.
Es un raro rol que surgió hace un par de años por parte de Sukuna, que comenzó tratándome con sumo cuidado en ciertas ocasiones y llamándome "pequeña/mocosa/mi bebé", e incitandome a llamarlo papi al llegar orgasmo con preguntas como "¿Quién te folla como nadie zorrita?Papi lo hace, vamos dilo"
Al principio fue bastante duro, teniendo en cuenta que mi padre me abandonó a los 6 años, pero con el tiempo, los estímulos, y la confianza que había con mi, ahora, esposo, aquel inusual fetiche era más que compartido.
Amaba que papi me brindara los mejores orgasmos de mi vida.
Las manos de Sukuna se aferraron a mis caderas, iniciando un casi imperceptible movimiento de atrás hacia adelante, provocando que mi sexo, cubierto con unas simples bragas, se frotase contra su muslo.
Su boca atrapó la mía en un lento beso, que poco a poco fue incluyendo nuestras lenguas en un simple roce de las calidas puntas, provocando escalofríos de excitación en mi cuerpo.
Al sentir que mis caderas ya se movían por cuenta propia sobre su pierna buscando masturbarme sola, sus manos acunaron mis pechos sobre la tela de la camiseta que antiguamente era suya, apretando los suavemente, haciéndome suspirar sobre su boca que ahora se surcaba en una pícara sonrisa.
Levanto levemente su muslo, permitiendome profundizar la fricción que comencé, al mismo tiempo que mordía mi labio inferior con suavidad e introducía sus manos por debajo de la camiseta para pellizcar con fuerza nula mis efectos pezones.
