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| Black out days — phantogram |

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—Por favor, Christine—recargó su mano en mi cabeza—, coloca otro lugar para nuestros invitados.—Sonrió efusivamente.

Lo miré de reojo, no pregunté y tampoco lo cuestioné.

—Le dije que no es necesario que nos quedemos, yo tengo papeleo que ordenar.—Contestó James, arreglándose la corbata. Observando cómo sacaba los platos del gabinete.

Solo me limité a pensar en el circo que estaba por suceder.

La chica no dijo nada, su mirada silenciosa recorría la comida y la sala en donde nos encontrábamos. Sentí celos al verla ahí. ¿Y si Anthony ya no me quería? ¿Qué será de ella? El plato resbaló de mis manos, estrellándose en el suelo, sacándome de mi transe.

Todos me miraban.

Miré al suelo, observando mi reflejo en el piso. Me agaché rápidamente para recoger los pedazos rotos, pero Dimitri me sujetó la mano antes de tocar algún pedazo filoso.—Yo lo limpio, te puedes cortar.

¿Y si quería cortarme para que Anthony dejara de mirar a la chica que estaba al lado del detective?  Deseo que me mire con esos ojos tiernos, él debería mirarme como si fuera lo más valioso para él ¿lo era?

Qué curioso, no se sentía así.

Asentí lentamente, levantándome para agarrar otro plato. El detective se había sacado el abrigo y la chica se sentó en la mesa, le coloqué un plato a los dos con la sonrisa más hipócrita que tenía.

—Espero que les guste la carne, hoy Dimitri se encargó de hacer mi mejor cosecha.—Comentó irónicamente mientras sacaba la carne del horno y las verduras del sartén.—Hice un puré de papas para que podamos acompañar una comida tan perfecta cómo esta. Lástima que no la hice yo.

—Deje el egocentrismo de lado señor Anthony, ¿usted sabe cocinar mejor?—sonrió de medio lado, rompiendo la leve línea de ironía.

—Es una de mis mejores cualidades, salgo a cazar en el bosque.

Observé a Anthony de reojo, solo me mordí el labio aguantando la risa ahogada.

—¿Tiene los papeles que le permiten hacer ese tipo de actos tan repulsivos?—Contraatacó.

—Claro. ¿Quiere ver también mi diario de vida?—se sentó en la silla, colocando sus manos en la mesa—, pregunto ya que últimamente anda de curioso.

—Oh, se me olvidaba que soy detective ¿se lo comenté?—hizo un ademán con su mano. Observándolo.

Anthony entendió a la perfección, no respondió nada. No piensa caer en ese juego patético de superioridad.

Que patético.

La comida estaba en la mesa y todos nos encontrábamos sentados alrededor de ella. Lástima que esto tenga recuerdos tan amargos de la cena del día de gracias. 

Lo más valiosoWhere stories live. Discover now