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| She Knows — J

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| She Knows — J.Cole |

Observé su auto estacionado más cerca del sótano de lo normal, la curiosidad me ganó y me asomé por la ventana del pasillo, observando cómo se estaba arreglando antes de salir. Colocándose sus guantes de cuero.

Cerró la puerta con delicadeza, los mechones de su cabellera negra brillaban bajo la fría noche. Subió la cabeza y me vio a los ojos, él sabía que lo miraba. Estaba oculta detrás de las cortinas, pero aun así él me sintió ahí.

Posó sus manos en el encima del auto, mirando el cielo. Para luego sonreír. Sus ojos le iluminaron como dos perlas, algo había llegado a su mente. Abrió el maletero, solo observando lo que había adentro. El cabello de la chica se asomó por una esquina, el capó no me permitía ver completamente lo que sucedía ahí. Su mano observó en la esquina; Tiene las uñas largas y pintadas de rojo.

La cargó entre sus brazos, cerrando el auto en el proceso.

Se detuvo en medio del camino y me observó, el vidrio comenzó a empañarse con mi respiración nerviosa. Solo sonrió y me guiñó el ojo, bajando las escaleras para perderse de mi campo de visión.

Me mordí las uñas frente a la ventana, mis ansias de ir a donde él estaba eran enormes. Corrí a mi habitación para colocarme zapatos, la madera estaba fría y el sótano siempre es un congelador. Metí mi brazo en la manga como pude y abrí la puerta del sótano, había una tenue luz fría que venía del final de las escaleras. Sujeté las barandas, dando pasos cortos pero firmes. Los nervios me carcomían.

―¿Por qué estás bajando?―susurró detrás de mi oreja― Te estaba buscando. No estabas detrás de las cortinas del segundo piso, supuse que estabas por aquí. Como la última vez que lo intentaste.

Mantuve mi frente en alto, mirando la pared del final de las escaleras.

―¿En serio quieres ver lo que haré? Mi verdadera forma, tu amada forma.

Su mano se posó en mi hombro, apretándome también el cuello. Con la otra mano cerró la puerta del sótano. Decidiendo por mí, ese era el sí que él quería.

Me cargó en los aires, como a aquella chica que bajó de su auto, de la misma forma. Lo miré a los ojos, detallando cada facción de su cara. Su mano daba círculos en mi muslo, como un sentimiento de confort.

―Si te portas bien, podrás beber algo fantástico.

Asentí, recostándome en su pecho.

Pese a que nunca he estado aquí abajo mi cerebro llenó los espacios en blanco, muy lejos de la realidad no estaba. Olía igual que un hospital que acababa de ser esterilizado, ese olor intenso de desinfectante con fragancia a limpio.

Me bajó de sus brazos, colocándome en frente del cuerpo de la chica. Estaba amordazada, mirándome.

―Tiene anestesia parcial, no puede moverse. Solo observa y escucha.

Lo más valiosoWhere stories live. Discover now