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| Hit me with your best shot- ADONA |

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Los miré a los dos ojos de cachorro, pero no funcionó. Anthony se levantó de la mesa y se fue al baño.

En la mesa quedamos él y yo. Sus ojos eran tan azules como el cielo, pero en este mismo momento estaban negros como la noche.

—  Ahora puedes beber, no está aquí para regañarte.  dijo en medio de un susurro, agarrando el vino y sirviendo más en mi copa. — Si no le dices, yo no le digo. — guiñó el ojo derecho.

Levanté la copa una vez terminó de servir el líquido rojo en él. — Salud. — imité su susurro, guiñándole un ojo.

Anthony no regresaba del baño, pero algo en mí sabía que no debía ir por él.

— No te preocupes, solo fue a ordenar unas cosas. — comentó mirándome fijamente, como si me leyera la mente.

— No es eso, es que ya comimos y no me ha dicho para buscar el postre. — me levanté de la silla, apoyando mis manos en la mesa — Además, en el postre de acción de gracias nos gusta agradecer por algo.

— ¿Por quién o por qué cosa darás gracias este día, Chrissy? — juntó sus manos en la mesa, pegándolas a su perfecta mandíbula.

No le iba a decir mis razones reales, creo que estas deben quedar sepultadas en mi interior de por vida.

— Por mí, por ustedes y por nosotros. — desvié la vista a la ventana. — Estos años han sido difíciles para mi padre, creo que necesita algo bueno. — suspiré.

— Todos. — dijo firmemente Anthony, haciéndose presente en el umbral de la puerta. — ¿Vamos a sacar el postre, cielo? — extendió su mano.

Asentí y caminé hacia él, recibiendo su mano con la mía.

Caminamos juntos a la cocina, la cual estaba prácticamente al lado.

Sacamos una torta de yogurt del congelador, él sirvió la crema de leche que había hecho horas antes.

Mientras servía todo daba cortos besos en mis manos, la puerta del comedor daba directo a la cocina, Dimitri nos veía.

— Estoy feliz de que estés conmigo en este momento. — dijo sin mirarme, mientras decoraba la torta.

No dije nada, pero le respondí el comentario apoyándome en su brazo mientras hacía todos esos movimientos con la manga pastelera.

— Colócalo en la mesa — puso el pastel en mis manos — Yo iré por los platos, una vez que lo pongas en la mesa, recoge los platos de comida.

Asentí. Pero no fue necesario que hiciera dos vueltas, Dimitri había llegado con los platos y los cubiertos utilizados en la cena.

Arrebató la torta de mis manos y la llevó a la mesa, Anthony dejó con fuerza la manga pastelera a un lado, mirándome amenazante.

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