Capítulo 17

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Una luz roja salió de Estella y cubrió toda la habitación, justo como hace todas las noches para que nada ni nadie la moleste.

La habitación quedó insonorizada para que ningún ruido saliera de esta. Marian se dio cuenta de que Estella insonorizó su habitación, pues pronto dejó de escuchar incluso el caminar de los chicos. A lo que ella rápidamente empezó a distraer a su esposo, dándole tiempo a la rubia para que bajara.

Estella alejó a Edward y se bajó del escritorio. El cobrizo frunció el ceño confundido, pero sabía que tenían que parar.

—Esto... —la rubia se pasó las manos por su cabello y empezó a acomodar su blusa—. Esta tensión es muy...

—Fuerte —el cobrizo terminó por ella. Estella asintió y se acercó a Edward para arreglar su camisa.

—Una parte de mi siente que tiene que esperar, pero otra parte me dice que eso no importa —la rubia se sinceró. Siempre que se encontraban en una situación como la de hacía unos minutos, algo en ella le decía que tenían que esperar—. Y es frustrante, Edward —se alejó de él y se sentó en su cama—. Es demasiado frustrante porque tan sólo llevamos dos semanas siendo novios.

Edward entendía, llevaban poco tiempo juntos como pareja, algo que sinceramente a ninguno le importaba, pero Edward también tenía esa misma sensación de que tenía que esperar.

Tal vez eran sus ideales de que debía llegar virgen al matrimonio, y lo había considerado, porque incluso mantuvo una plática con su padre. Carlisle como siempre lo ayudaba, y le había hecho darse cuenta de que no importaba si tenía intimidad con su pareja antes o después del matrimonio, sólo bastaba con que se sintiera listo.

—Yo... soy virgen, Estella —la rubia lo miró, pero Edward esquivó su mirada—. Probablemente una parte te dice que no es el momento por mi inseguridad.

Estella se levanta y lo toma de la mano para guiarlo a su cama y se siente junto a ella.

—Está bien, Edward —la rubia juntó sus manos—. Es bueno que seamos sinceros entre nosotros, eso es la base de una relación. ¿Y sabes una cosa?, no tenemos que forzarnos para que pase. La tensión está, los dos la sentimos, pero eso no quiere decir que tengamos que hacerlo —Edward alzó la mirada, sus ojos se cruzaron con esos ojos ámbar que tanto le gustaban.

<<El momento llegará cuando menos lo pensemos —la rubia sonrió—. No quiero que solo sea sexo sucumbido por el deseo, también tiene que ser por amor.

Edward y Estella sentían amor, ellos lo sabían, pero al parecer aún no lo decían. Los dos eran tan parecidos y tan diferentes. Podría parecer muy precipitado decir que se aman en tan solo dos semanas de relación y casi dos meses de conocerse, pero la cuestión, es que en los vampiros las emociones eran diferentes, y, sobre todo, más intensas.

<<Y hay una cosa que me hace feliz —siguió hablando la rubia—, que cuando ese momento llegue, sabré que fui la primera mujer en tu vida —el cobrizo sonrió de lado—, y tal vez tú no seas el primero en la mía, pero siento que serás el único por el resto de mi existencia.

—Eso fue lo más cursi que te he oído decir —habla el cobrizo con una sonrisa ladina—, pero es lo que necesitaba escuchar para sentirme seguro.

—No te acostumbres mucho, ser cursi no es lo mío —Estella arruga la nariz y Edward suelta una risa para darle un corto beso.

Estella y Edward salieron de la habitación tomados de la mano. Haberse sincerado y tener ese momento solo para ellos era lo que les hacía falta para sentirse completamente plenos. Bajaron a la cocina donde encontraron en una situación muy comprometedora a los padres de Estella.

Una Vampira Diferente «Edward Cullen»Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang