El día después

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—¡Aún no puedo creer que hayamos escapado de los alemanes!— era lo que más se escuchaba en el día en la tripulación soviética.

—¡Nikolai! ¡Hay una cabaña a una distancia de 904 metros! Espero sus órdenes— informó Stepan.

—conductor, avance a velocidad media— ordenó.

—¡Sí capitán!— puso en marcha el vehículo hasta estar a una distancia de 300 metros de la casa.

—conductor, detengase— el tanque frenó. Nikolai abrió la escotilla del T-34 y salió al exterior. El aire fresco golpeó su rostro, una sensación agradable pues el olor a sudor, sangre y a azufre siempre estaba presente dentro de su tanque.

Tomó sus binoculares y observó su radio. No habían enemigos ni peligro, era un área segura. Lo que le llamó la atención fué encontrar un campo de trigo a la distancia pero hoy no iría a recorrer. Dirigió su vista a la cabaña sin embargo no vió movimiento. —conductor, ¡En marcha!— inmediatamente el vehículo avanzó hasta estar frente a ella.

Dejó su posición para adentrarse en el tanque —no hay nadie cerca. Analizaremos el estado de la cabaña y si está en buenas condiciones nos quedaremos aquí en tiempo indefinido. Hay una masa de agua cerca, la tierra es fértil, estamos rodeados de árboles y hay un campo de trigo no muy lejos de aquí. Hoy descansaremos y mañana recorreremos el radio, sin el tanque pues no hay que levantar sospechas ni hacer ruido—.

—¡Sí capitán!— respondieron y se pusieron en fila para salir del tanque. Ivushkin salió del tanque, seguido de Anya la cual fué ayudada a bajar, Stepan, Volchok y Ionov. Todos se adentraron a la casa.

Estaba algo polvorienta pero era habitable. Habían 3 habitaciones: en una de ellas había una cama de 2 plazas y 1/2 , y en las otras habían 2 camas de 1 plaza 1/2   en cada una. Un hogar para 6 personas. Un hogar de familia.

Nikolai Ivushkin.

La habitación más grande la elegí para Anya y yo, los demás se repartieron en las otras habitaciones. Bueno, o hicieron el intento...

—¡Esa es mía!— sentenció Demyan y fué y saltó encima de ella.

—¡Tú cola es mía!— Ionov corrió hasta aquella cama para luego dar un salto, apoyar sus pies en la pared para impulsarse y darle una patada karateca en la cara a Volchok. Por la fuerza del impacto, Demyan cayó al piso por lo que Serafim tomó su lugar y cruzó sus brazos.

El primero lo miró desde el piso furioso mientras que el otro lo miraba victorioso y bien divo. A veces dudo que todos aquí sean heterosexuales, aunque tampoco dudo que sí muero pelearían por el cariño de Anya.

—¡Dejen de pelear!— Stepan apareció detrás mío, su grito aturdiéndome.

—¡Esa cama está al lado de la ventana!— argumentó Volchok desde el piso y señaló la ventana.

—¡Deja que él se quede con esa cama! Si vienen los alemanes, él morirá primero.

Miró a quien cargaba y disparaba el tanque, le sonrió burlón para luego pararse y acostarse en la cama. De allí le sacó la lengua, Ionov le correspondió el gesto sacándole el dedo del medio.

—que infantiles— dijo Vasilyonok para luego irse. —¡Tengo una habitación para mí solo!— gritó desde su lugar.

—¡Perfecto! ¡Así piensas en el capitán!— contestó Demyan.

—¡Uyyy!— le siguió Serafim. Solo atiné a taparme la cara con ambas manos, tratando de tapar mi vergüenza. Los muchachos se reían.

De repente, sentí unas manos que tomaban mis hombros: era Anya. Desde que la ví por primera vez, ha sido mi motivación para salir adelante. Agradezco tanto al destino por haberlas cruzado.
Me volteé y quedamos cara a cara, ella estaba riéndose por las ocurrencias de mis camaradas. Le dí una sonrisa feliz, ella me dió un beso corto.

Más allá del T-34 (Klaus Jäger × Nikolai Ivushkin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora