El puente.

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Nikolai Ivushkin.

El puente, ¿Otra vez aquí?

Es de noche. Está oscuro y hace frío.

Klaus está parado a la mitad del puente, la luz de la luna le da en el lado izquierdo de su rostro. Tenía una sonrisa melancólica y su mirada estaba cargada de tristeza. La imagen de él es traslúcida, un desgarrador recuerdo de que él ya no está en éste mundo.

—Klaus...— lo llamé.

—Nikolai...— su voz tenía eco, como la última vez que nos encontramos.

—¡Klaus!— reaccioné y fuí a su encuentro. Al estar cerca de él intenté abrazarlo, pero él estaba en otra dimensión: el más allá. Él rió por mi torpeza, es consciente de que está muerto.

—tienes que despertar, Nikolai...— susurró, girándose para verme.

—¿Despertar de qué?— me paré y lo enfrenté. Debido a la oscuridad, se me hizo difícil reconocer algunas partes de su cuerpo.

Él se acercó a mí, y me besó.

Un beso corto, solo juntó nuestros labios. Solo sentí algo sobre mi boca, aún así imaginaba que sus labios sabían a Sbiten  y el hecho de imaginarlo me enloquecía.

Se separó rápido de mí pero no parecía feliz o avergonzado, su ceño estaba fruncido al igual que sus labios los cuales limpió con su antebrazo.

—Despierta, Nikolai... O ellos vendrán por tí.

—Klaus...— su figura nuevamente se esfumó.

Desperté, pero no estaba en mi cama. Estaba parado en aquél maldito puente. Le resté importancia y volví a la cabaña. Eran las seis de la mañana, más o menos por lo que dormiría hasta las diez: estaba muy agotado últimamente.

Sentí que alguien agitaba mis hombros y acariciaba mi rostro —despierta, Nikolai...— abrí los ojos y me encontré con Anya. —buenos días, dormilón— ella sonrió y besó una de mis mejillas.

Me senté en la cama, froté mis ojos para luego bostezar y desperezarme. Me quedé mirando una pantufla hasta que recordé que no estaba solo.

—¿Qué hora es?

—son las 11:45 AM—

La miré sorprendido. —vaya, ¿Tanto dormí?— Ella sonrió y asintió con la cabeza. —carajo, ¿Qué hiciste de comer?

—no he cocinado pues con los chicos íbamos a cazar.

—¿Cazar?

—sí, algún que otro venado.

—está bien— Me vestí rápidamente y fuí con los chicos.

—apuesto a que yo cazaré más venados que tú— dijo Stepan.

—yo cazaré el doble— bufó Serafim.

—¡Chicos, me corté el dedo! ¿Voy a morirme?— Demyan sostenía su mano de la cual caía un poco de sangre.

—qué exagerado.

—cállate, Stepan. Le puede agarrar tétanos— defendió Ionov.

—como sea, no tenemos un botiquín de primeros auxilios ¿O sí?

—hay uno en el baño, iré por él— murmuró Anya para traer lo mencionado. Luego, vendó la mano de Volchok. —ustedes vayan a cazar, veré si puedo: encontrar algún fruto silvestre o huevos, cosecharé trigo para hacer pan y recolectaré agua. Alguien consumió demás y ya se acabó. Suerte.— ella se fué, no sin antes darme un beso en la mejilla y despedirse de mis camaradas. Un rato después, salimos nosotros.

Más allá del T-34 (Klaus Jäger × Nikolai Ivushkin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora