«Nicolaus» (segunda parte)

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Lo abrí de piernas bruscamente para quedar en el medio de ellas, dejé su boca para besar su cuello y Jäger no dejaba de gemir. Mordí su piel un poco, arrebatándole un chillido. Volví a su boca la cual besé desesperadamente mientras desabotonaba inútilmente su uniforme, quité la parte de arriba para luego abrir su camisa de un tirón: su pecho quedó al descubierto, chupé su clavícula a la vez que acariciaba su torso.

—Nikolai...— su gemido me hizo apretar con sutileza sus aureolas. Él dió un grito mientras nos poníamos de pie y yo aproveché a usar mi boca en aquellas zonas tan sensibles. Lamí, besé, chupé, mordí y apreté con mis manos sus pectorales. Hice lo que quise con ellos hasta dejar sus aureolas rosadas.

Volví a atacar su cuello pero ésta vez hice un camino de besos y saliva hasta sus abdominales. Un recorrido torturante para el nazi, pero yo disfrutaba cada centímetro de su delicada piel.

Él me obligó a mirarlo poniendo su mano en mi perfilada mandíbula para luego atraer mi rostro hacia el suyo y besarme. Con sus manos, recorrió mi torso hasta que la ropa empezó a molestar. Con ellas, me ayudó a quitarme la camisa y luego detalló cada músculo presente con la yema de sus dedos.

Recostó su cabeza en mi hombro, lo abracé de la cintura teniéndolo más cerca de mí. Era muy exitante que me acariciara, me pregunto con qué palabra definiría lo que pasaría en los siguientes minutos.

Sus caricias se volvieron eróticas cuando recorrieron mis abdominales y un poco más abajo. Gruñí, él notó ésto y apretó suavemente mi miembro por encima de la ropa. Lo tomé de la nuca y lo besé con ardiente deseo, nuestras bocas sincronizadas y el toqueteo de su mano hicieron que mi sangre circulara en aquella zona. Moví mis caderas contra su cadera para acompañar su movimiento, invitándolo a seguir con su baile travieso. Hizo caso bajando su mano hasta allí, solté un gemido el cual quedó atrapado en su boca.

Nos separamos del beso jadeando como animales, un hilo de saliva unía nuevamente nuestras bocas.

—Ivushkin ya quiero ver el misil Soviético...

—Klaus, prepara el Reichtag

Su mano no se quedó quieta mientras hablábamos, suspiré echando la cabeza hacia atrás.

—me parece, que éstos molestan. — murmuró excitado refiriéndose a mi pantalón. Desabrochó mi cinturón con una habilidad increíble, los bajó un poco y pudo apreciar mi ropa interior. —espero que estén limpios.

—lo están.

—muy buena elección los topos, pero yo hubiera elegido unos con gatitos.

—¿Te callas?

Él sonrió con malicia y acarició sin descaro alguno mi miembro de arriba a abajo. Estaba duro y ya mis calzoncillos me molestaban, descargué el calor que sentía mordiendo suavemente su espalda y a apretando su cintura.

—me parece, que éstos sobran— susurró haciendo referencia a mis calzoncillos con topos.

Se puso de rodillas, mordió el borde de la prenda y los empezó a bajar lentamente. La fricción de la tela con mi duro miembro dolía como mil infiernos, al terminar de sacarlos el miembro rebotó: es obvio que esperaba de hace rato ser atendido.

Klaus vió con los ojos como platos y la boca abierta en forma de una gran “O” mi falo. Seguro se veía apetitoso, porque no quitaba la vista de él. Con el frío Soviético presente en el aire, se puso aún más duro.
Utilizando su dedo, lo inclinó hacia abajo para después soltarlo y ver con fascinación como éste rebotó y volvió a su posición original.

Lo tomó desde abajo para tímidamente masturbarlo, no lo miraba: seguramente se sentía mal debido a que la última vez que estuvo en ésta situación fué con personas que actualmente estaban muertas. Suspiró y le dió una lamida al glande.

Más allá del T-34 (Klaus Jäger × Nikolai Ivushkin)Where stories live. Discover now