[Jordan]

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Jordan.

Lo primero que vio Jordan al poner finalmente un pie dentro de su casa fueron dos pares de zapatos colocados de forma aleatoria y desarreglada a un lado de la puerta principal. No costaba demasiado imaginar a los apresurados dueños de ese calzado llegando, quitándoselos de un tirón en el pórtico y dejándolos atrás, como cayeran.

Nuestro protagonista suspiró con desgana y justo entonces fue capaz de intuir dos cosas: 1) Que su tía ya se encontraba en casa, pero muy ocupada en su habitación.

2) Que después de ese pesado día de estudio —por no decir una palabra más severa—, aquella noche tampoco le permitirían dormir en paz, para variar.

Fastidiado, estiró su pie apenas un poco para apartar una de las zapatillas que había quedado mal ubicada, impidiendo que la puerta cerrara por completo. Sin embargo, no midió su fuerza y el objeto acabó estrellándose contra el primer peldaño de la escalera, a centímetros de él, y produciendo un ruido estrepitoso.

Jordan se quedó tieso de golpe, mientras sus ojos amenazaban con saltarse de sus cuencas.

Él claramente tuvo una intención maliciosa cuando quiso apartar ese zapato con una patada —a lo mejor arrojarlo al extremo opuesto de la habitación y que este acabase perdido bajo algún polvoriento mueble. (Así su dueño estaría como loco a la mañana siguiente buscándolo)—. Pero jamás se imaginó que el objeto se desviaría hacia la pared y produciría tal escándalo.

Sin duda, se podría afirmar que la suerte no estaba precisamente de su lado ese día, pero sería mentir de cierta forma.

Esa situación había sido el ejemplo perfecto para la causa y el efecto. Si te dejas llevar por las emociones del momento, en lugar de meditarlas a fondo antes de actuar, en la mayoría de ocasiones terminará mal.

Y esto último Jordan acababa de confirmarlo.

Por su parte, él se quedó ahí junto a la puerta unos segundos más, expectante, antes de quitarse también los zapatos y comenzar a caminar con paso tranquilo hacia la cocina; la cual lo esperaba bañada en oscuridad y silencio, como si nadie hubiese pisado sus heladas baldosas hacia varias horas.

En el camino por el pasillo, su mente seguía dándole vueltas a lo ocurrido unos momentos atrás, más que todo producto de la sorpresa. Era extraño que para ese entonces nadie hubiese salido, ya sea de la habitación de su tía o de algún otro lado, a retarlo por haber profanado el silencio que reinaba en toda la casa con sus arrebatos de ansiedad.

Tuvo que cuestionar una segunda vez si realmente alguien se encontraba en casa, pero al recordar los zapatos de la entrada, su duda se contestó sola.

Jordan casi tuvo ganas de reír.

Debía reconocer algo de sí mismo; y era que poseía una manera bastante bipolar de expresar sus sentimientos, al punto que algo tan simple como golpear esa zapatilla había resultado más que liberador para él, al menos por medio segundo.

Incluso, por un efímero instante, sus pensamientos volaron más de la cuenta, y deseó que todas las personas que alguna vez le hicieron daño terminasen como dicho calzado..., estampados.

Sin embargo, se deshizo de aquella idea rápidamente, encogiéndose de hombros.

Acto seguido, abrió el refrigerador.

El frío que salió de su interior le pareció, de cierta forma, reconfortante y, aunque él ya sabía perfectamente qué era lo que quería comer, igual recorrió con la mirada las tres hileras de alimentos expuestas delante suyo.

<<Algunas manzanas y uvas puestas en un frutero que llevaban días esperando ser comidas, también huevos, tomates, el típico pedazo de carbón que la gente pone en una esquina del congelador para que este no huela mal..., y finalmente, lo más apetecible para Jordan en ese instante. >>

El Estudiante Nuevo, ¿Usa Una Máscara?Where stories live. Discover now