Capítulo 5

9.6K 739 190
                                    

Cuando el miércoles por la tarde había llegado, los pies de Harry se movilizaron con rapidez hacia el ascensor con la intención de bajar hasta el recibidor para marcharse hacia su casa, sin importarle si contaba con más responsabilidades laborales, pero como solía pasar muchas veces, no logró llegar hasta su destino sin ser antes acribillado por su secretaria.

—¡Señor Potter! —esas palabras bastaron para que el pelinegro detuviera su paso, así prestarle atención a la mujer—. Jefe —volvió a llamar la mujer haciendo sonar sus tacones con cada paso apresurado—, antes de que se marche debo recordarle que tiene una cita con el doctor Malfoy —dijo una vez estuvo junto a él.

Pasando una mano por su rostro en signo de frustración, se preguntó cómo había sido capaz de olvidar la cita que tenía; Después de agradecerle a la joven por el recordatorio y de darle libre lo que restaba de la tarde, retomó su camino hacia el ascensor, donde las puertas metálicas se abrieron a los pocos segundos de haber presionado el botón.

La música de fondo del ascensor acompañaba a los sucios recuerdos del lunes, las imágenes que su mente había capturado junto a las diversas sensaciones, hicieron que de forma inconsciente las mejillas de Harry se tiñeran de rojo; El rojo de sus mejillas se intensificó cuando en su mente apareció el recuerdo del candente beso que había compartido con él rubio y la forma en la que éste lo había sometido a su antojo.

Harry aún no daba crédito en el cómo había aceptado con tanta facilidad mantener aquella relación que Malfoy había comenzado ni a la forma en la que se estaba comportando; La manera en la que dejaba que otro hombre lo dominara hasta el punto de llamarlo "señor" cuando había sido él quien había sido llamado así por un sinfín de mujeres, incluyendo a su esposa, sin embargo no tenía el mismo efecto que tenía cada vez que él llamaba de esa manera al rubio.

Entre la divagación de sus recuerdos y sus pensamientos, el sonido de las puertas de metal abrirse le anunciaron el final del recorrido.


(...)


Cuando el reloj marcó las cuatro y cincuenta, y su último paciente salió del consultorio junto con su secretaria, el doctor Malfoy se quedó a solas en el lugar revisando algunos expedientes, pero sobretodo esperando a su paciente favorito.

En el intervalo de tiempo desde el lunes hasta ese momento, Draco había llegado a la conclusión de que lo que había logrado cautivarle de Harry realmente no había sido su lindo y bien formado trasero, sino lo masculino y el porte dominante que éste contaba; el buen físico tanto como las perfectas facciones dignas de un activo. 

Harry tenía todo aquello que Draco siempre había buscado en un hombre en el plano sexual.

Leves toques en la puerta de su consultorio y el característico sonido de una puerta abriéndose le anunciaron que por quien estaba esperando, ya había llegado. Fijándose en la hora de su reloj sonrió al notar la puntualidad, otra cualidad que el ojiplata agregaba a la lista de cosas que le gustaban del Potter adulto.

—Señor —llamó Harry con voz ronca cuando los ojos del doctor se posaron en él. La postura de seguridad con la cual estaba parado Harry, logró captar la atención de Draco por completo, quien lo estudió a detalle sin perderse ni un solo rincón del cuerpo frente a él.

—Siéntate —logró decir una vez salió de ese estado.

Harry acató la orden sin decir palabra alguna; Mientras Harry tomaba asiento frente a él, movió levemente su silla y se acercó hasta el archivero, abriendo el último cajón para tomar un folder de color negro, para posteriormente regresar a su lugar.

The UrologistWhere stories live. Discover now