Capítulo 8

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Después de la estupenda sesión de sexo en la madrugada los dos habían caído completamente rendidos y saciados sobre la comodidad de la cama que ambos compartían cada vez que el pelinegro decidía dejar a su esposa para disfrutar de los placeres y cuidados que éste le brindaba. Con sus cuerpos desnudos y enredados dormían plácidamente sin importarles las consecuencias de sus acciones.

Y no fue hasta después de mediodía en la que ambos despertaron gracias al sonido de una llamada entrante en el teléfono fijo del hotel, y que para mala suerte de ambos, era una llamada del hospital pidiéndole al médico si podía cubrir un turno hasta la mañana siguiente.

—¿No se suponía que era tu fin de semana libre? —preguntó Harry observando como el susodicho salía del cuarto de baño con una toalla amarrada a la cintura.

—Lo es, pero debo asistir cuando se me llame así esté de vacaciones —el rubio se aproximó hasta el pequeño armario y sacó uno de sus trajes azules—. Sé que tú y yo teníamos planes para hoy en la noche, pero prometo que lo voy a compensar el miércoles.

No estaba del todo contento, pero no podía hacer otra cosa más que aceptar la situación que se le había presentado. Soltando un profundo suspiro se levantó de la cama únicamente vestido con unos bóxers negros, al menos si no iba a poder disfrutar de Malfoy el resto de la noche, no se iba a quedar de brazos cruzados y sin una buena ronda de sexo antes de que éste se fuese a cubrir el dichoso turno.

—¿Cuánto tiempo tienes para llegar al hospital? —preguntó parándose justo enfrente del de cabellos rubios.

—Como una hora, pero al hospital está a veinte minutos y no quiero aparecerme —respondió mientras acariciaba el rostro de Harry—. ¿Por qué? —preguntó.

Harry solo se limitó a sonreír antes de llevar su mano hacia el miembro que se escondía bajo las telas de ropa.

—Tal vez nos podemos divertir al menos treinta minutos, ¿crees que sea posible? —los ojos de ambos se dilataron ante dichas palabras.

Aquello era claramente a una invitación a ese delicioso y adictivo juego de dominación que ellos amaban jugar. La actitud y postura de Draco había cambiado en cuestión de segundos al uso de aquellas sencillas pero significativas palabras.

—Creo que no te he dado la autorización de que me toques, ¿verdad? —demandó con voz ronca—. Un atrevimiento como este traerá consecuencias graves, pero contamos con tan poco tiempo en estos momentos... —llevó sus finos labios hasta el cuello del más bajo para comenzar a dejar un rastro de húmedos besos sobre este—.... que gustosamente te haré pagar más tarde.

Suaves y roncos jadeos se escapaban de la voluminosa boca de Harry, cuando los labios del rubio volvieron a atacar su sensible piel. Si bien podía esperar hasta el miércoles para poder disfrutar de una buena ronda de sexo y mimos por parte del contrario, su deseo por pasar tiempo con éste era mucho más grande que su paciencia.

Con el tiempo contra reloj, las opciones para disfrutar de sus últimos minutos eran múltiples que era difícil de escoger alguno. No fue hasta que Harry tomó la iniciativa de colocarse sobre sus rodillas en la cama. Aquella posición era una clara invitación para ser follado sin ningún tipo de preparación, pero el rubio no era ningún desconsiderado con su amante por lo que con una sonrisa tomó el bote de lubricante que reposaba sobre uno de los muebles para luego acercarse al ojiverde.

—Siempre tan dispuesto para mí, ¿no es así, Harry? —Harry asintió levemente, atontados ante la mención de su nombre—. Buen chico...

Abriendo el bote, dejó que un pequeño chorro cayese sobre la abusada entrada por él mismo del más bajo, que estaba expuesta gracias a una de sus manos; jugando levemente con ella, lo preparó con determinación mientras Harry soltaba uno que otro gemido que no sonaba para nada a su voz, pero, ¡vamos! ¿Qué hombre gemiría de manera masculina cuando le follaban el culo con los dedos? Absolutamente ninguno.

The UrologistWhere stories live. Discover now