Capítulo 6

696 58 53
                                    

México.

Ese mismo día salí de la casa de Urss, obviamente volvería para visitarlo, pero me sentía extraño como si hubiese sido derrotado y humillado; nunca me había pasado esto.

No me gusta este sentimiento.

Es como si solo soy un juguete al cual puede ser reemplazado cuantas veces quiera pero nunca será igual al original.

Caminar hace que mis problemas se despejan aunque me crean más incógnitas que respuestas; tenía tantas preguntas en las cabeza.

¿Qué hacía Perú y cuál es su propósito?

¿Por qué Urss lo defiende tanto?

Cada vez me preguntaba más cosas pero me había olvidado de un detalle de mi hermano, el tenía un collar y estaba encadenado, creo que por toda la ira que tenía hacía él, no lo note por eso cuando lo ahorraba parecía que podía resistir aguantar su respiración.

Cada vez me acercaba a mi nuevo territorio y cada vez se oscurecía el día.

Pero entonces Urss lo compró en el terreno de esclavos, esa sería la respuesta más lógica pero yo me acuerdo haberlo vendido cerca de los territorios de irani para alejarlo de Estados Unidos, Urss no pudo viajar hasta Irán.

Me adentre a una calle muy oscuro y silenciosa. Mala idea.

Hasta donde sé no tienen una buena relación y están en paz.

—¿Entonces cómo chingados terminó junto a Urss?

Grité alto.

No me importaba si despertaba a alguien estaba furioso porque no sabia que estaba pasando todo era muy extraño.

Es como si él supiera que hacer y actuar en todo momento.

Escucho pasos.

—¡Espera!, ¿Quién anda hay?

Escuché más pasos, y decidí correr.

Mierda sabia que no debía entrar a esta ciudad escalofriante, pero ¿por qué me persiguen?, oro no tengo.

Gire hacia una calle pero me di cuenta muy tarde que era un callejón sin salida.

—¡Ey, tú!. Si me quieren robar no tengo nada de oro para darle.

Maldición estoy temblando y mostrándome débil.

—Valla, ¿Seguros que es él mismo México que conocí hace años? solo veo a un niño llorón.

Ay no.

—Estados unidos.

Estaba ahí junto a sus soldados con armas en manos, no se que es lo quería.

—Veo que recuerdas mi nombre, porque no me llamas Usa como seremos vecinos de ahora en adelante debemos llevarnos bien ¿No lo crees?

—Yo no seré tu vecino, Estados Unidos.

—¿Por qué no?, me siento ofendido México.

—Sabemos bien que me tienes resentimiento.

—Por favor México solo quiero hablar contigo y olvidar lo que hiciste en el pasado, empecemos como amigos.

—Amigo de ti nunca.

¡Como puedes rechazar una orden de nuestro señor!

Uno de los soldados se mostró furioso.

—¡Washington!

Usa volteó su mirada hacia su soldados.

—No me gusta que me interrumpan.

Celos -EDITANDO-Where stories live. Discover now