Capítulo 27

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"¿Acaso mi felicidad resulto ser una fantasía...?"


Al fin ya estábamos cerca de la casa de la abuela, pero durante todo el trayecto estuve pensando en aquel chico, nunca lo había visto por el pueblo, la casa de la abuela quedaba a las afueras así que supongo que él vive cerca, mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el auto quedo estacionado frente a la casa de la abuela. Mi padre volteó a verme con una sonrisa:


—Vamos Cristal ya hemos llegado a nuestro destino—


Lo mire con una sonrisa y los dos salimos del autos contentos de por fin haber llegado, al llegar al frente de la casa, pasamos un poco nerviosos, mi padre toco la puerta y hubo un gran silencio. Pero pronto una mujer mayor, con el cabello corto gris, vestida con un vestido largo color mente y un mandil de flores nos abrió la puerta con una sonrisa encantadora.


—Buenas tardes, ¿Qué se le ofrece... —antes de que pudiera terminar lo que iba a decir se quedó con los ojos muy abiertos, sorprendida al vernos. —


—¿Walter...?, ¿Cristal...? —pregunto mi abuela tocando el rostro de mi padre y la mía con sus manos—.


—Si mamá, hemos vuelto—respondió mi padre sonriendo—.


—¡Pero! Como es posible... —expreso mi abuela con asombro—.


—¡Hola abuela! —exclamo saludando a mi abuela—.


—¡Cristal, niña! Te he extrañado tanto... —dijo mi abuela mirándome con ojos llorosos—.


—¡Pasen por favor que hace frío! —expreso mi abuela empujándonos hacia la casa—


En cuanto entramos pude sentir un aroma tan cálido, por fin sentía que estaba en casa, supongo que esto es a lo que llaman mis compañeros un hogar, me gusta mucho me hace sentir satisfecha y feliz. La casa era muy acogedora, no tenía mucho solo lo necesario, el piso era de madera, las paredes igual pero pintadas de blanco y había muchas ventanas por lo que la poca luz del sol proyectaba cada rincón, la cocina era pequeña realmente era una casa de campo como me había dicho mi padre.


—Vaya...de verdad extrañaba volver a casa—manifiesto mi padre con nostalgia—.


—¡Que sorpresa verlos por aquí después de un tiempo! —exclamo mi abuela alegre, sacando algo del horno—.


—Si...fue repentino discúlpame por no haberte avisado, mamá. —hablo mi padre sentándose en la silla del comedor cerca de la cocina—.


—Si fue repentino pero no me molesta, las visitas pueden llegar de sorpresa, ¿sabes? —respondió mi abuela poniendo unas exquisitas galletas con pasas y chocolate en un plato extendido grande—.


—¡Galletas! —exclame acercándome a la mesa, mirando las galletas—


Solo Tu Puedes Verme © ✔Where stories live. Discover now