92 Cien años de paz (III)

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Sus ojos estaban completamente abiertos y parecía que bastaba con que los entrecerrara un poco para que el resto de la neblina acuosa que había en ellos se desbordara por la comisura de sus parpados.

Sentía un intenso aroma a sangre en su nariz, transportado por el viento del río, a través de las manos de Xuan Min y hasta llegar a la nariz de Xue Xian, no se dispersaba. Las monstruosas olas del río y el constante estremecimiento de las montañas se reflejaron en los ojos de Xue Xian, pero su mente estaba en blanco.

Obviamente, sus cinco sentidos habían comenzado a recuperarse lentamente, pero todavía sentía que aún no podía ver y no podía escuchar.

De otra manera, como podría ser que Xuan Min, que siempre había sido frío y altanero, tuviera su cabeza colgada tan bajo, como si nunca más fuera a levantarla de nuevo. Qué otra explicación habría para que los dos estuvieran arrodillados en el suelo, cubiertos de sangre y con la mano de Xuan Min aun cubriendo parte de su rostro, pero sin decir una sola palabra...

La acción de los huesos de Buda finalmente hizo efecto, los ríos turbulentos finalmente se calmaron y las montañas retumbantes se estabilizaron gradualmente.

Los interminables hilos dorados comenzaron a desaparecer lentamente, las monedas de cobre vibraron dos veces con el viento y se cayeron de la mano de Xuan Min. En el lugar donde cayeron había un círculo que Xuan Min había trazado previamente.

Era un pequeño arreglo trazado con la sangre de su mano. Las monedas de cobre realmente habían sido purificadas por su poder espiritual y, junto con los huesos de Buda, realmente habían sido capaces de garantizar cien años paz.

Después de que las monedas de cobre cayeron dentro de ese arreglo circular y el polvo en el círculo se asentó, las cinco deslumbrantes monedas de cobre se pandearon y, al igual que los huesos de Buda, fueron devoradas hasta las profundidades de la tierra. Una tenue capa de luz dorada resplandecía del lugar donde las monedas habían quedado enterradas y, como una ola tranquila, se expandió capa por capa, a decenas de kilómetros, a cientos de kilómetros, a miles de kilómetros...

El viento suave levantó una esquina de las ensangrentadas ropas de monje de Xuan Min, dejando a la vista un pequeño frasco de porcelana, pero la boca del frasco estaba destapada y el interior estaba vacío.

Cuando la luz dorada acarició suavemente el cuerpo de Xue Xian, un punto rojo, una araña redonda más pequeña que un grano de arroz, descendió desde la clavícula de Xue Xian, como si hubiera cumplido su misión, con sus ocho patas enrolladas e inmóvil.

En el lugar donde la araña había mordido, había un lunar rojo que era tan pequeño como la cabeza de una aguja, simplemente había aparecido ahí, pero era ligeramente diferente a la mordida de la araña de la vitalidad de la araña, si lo tocaba con sus dedos, sólo podía sentirse una protuberancia extremadamente pequeña.

Es sólo que Xue Xian no se dio cuenta de eso en este momento, estaba tenso mirando aturdidamente a Xuan Min, como si no pudiera creer lo que estaba viendo.

Sin embargo, la mano de Xuan Min seguía cubriendo parte de su rostro, alarmantemente fría, como si lo que estuviera en contacto con la piel de su rostro fuera nieve de las tierras norteñas. Bajo la delgada piel de su muñeca, no se percibía el mínimo pulso y estaba tan callado que era preocupante.

Su último hueso robado, que era bastante grande, se había fundido con su cuerpo, la sangre de Xue Xian estaba hirviendo en todo su interior y las oleadas de calor iban subiendo capa por capa por su espalda. Debería estar sudando por todo el calor que sentía, pero se sentía tan helado que incluso estaba sudando frío.

-Monedas de Cobre- Libro 5 Sin ArrepentimientosWhere stories live. Discover now