XI

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Al despertar, sentía todo el cuerpo entumecido, desvelarse cuidando a alguien hasta más no poder, era agotador pero nada le quitaba esa sensación de felicidad a la estrella

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Al despertar, sentía todo el cuerpo entumecido, desvelarse cuidando a alguien hasta más no poder, era agotador pero nada le quitaba esa sensación de felicidad a la estrella. A pesar de que fue el último en cerrar los ojos, fue el primero en despertar, el pelinegro aún dormía con aquella mascarilla de oxígeno, tenía entendido que debía mejorar su dieta alimenticia, así que, sin hacer mucho ruido, salió de la habitación en búsqueda de una enfermera.

Al hallarla, le pidió que le indicara la ubicación del doctor Jung debido a que tenía que verlo de manera urgente, la enfermera preocupada le preguntó si tenía algún dolor, a lo cual, solo respondió que necesitaba realizarle algunas consultas, ella aún algo desconfiada, le indicó que se encontraba en el comedor principal, Jaemin agradeció el gesto y partió hacia donde le habían indicado.

A esas horas, habían pocas personas deambulando, por lo que pudo deducir, se trataban de personas que pasaron cuidando a sus familiares o alguien cercano, envidia, eso era lo que sentía de aquellas personas, nunca en su vida alguien había visto por él sin querer obtener algo a cambio, incluyendo la persona que decía llamarse su madre, se sentía solo y vacío en este mundo, hasta que un pequeño ángel apareció hace poco, Jeno. Él logró destruir todas las barreras que había edificado con tanto esfuerzo, producto que realizó, solo para que no terminara lastimado una vez más. Lee Jeno, era ese tipo de persona que aparecen en tu vida como un último rayo de esperanza, ese que tanto anhelabas, como si fuese un motivo más para vivir, aquel que te hace sonreír a diario con solo verlo, sí, Jeno era su más grandiosa estrella, aquella que el destino puso para él y rogaba, que no se apartara jamás.

Amor, era una palabra demasiado fuerte, que si buscamos su significado en el diccionario, no le encuentras mucha coherencia, hasta que logras experimentarlo sin darte cuenta, es ahí, donde todo toma sentido, aquellas mariposas que decían entre líneas, el sudor, las cosquillas, y los pensamientos invadidos por aquella persona especial, logras sentir todo eso en un santiamén, algo maravilloso, que solo aquel que se encuentre enamorado, podrá entenderlo. 

Jaemin no podía definir si lo que sentía por Jeno era amor, pero podía afirmar que todos los sentimientos que tenía por él eran como una bola de nieve, aquella que va avanzando y va haciéndose más gigante, todos los "síntomas" que describen, él los poseía, ¿estaba enamorado entonces? no lo sabía, pero quería averiguarlo en el proceso, porque sí, había decidido que después de salir de aquella fase por la que estaba atravesando, quería seguir hablando con el pelinegro, pasar tiempo a su lado, y todo lo que pudiera hacer cerca a él. Nunca antes había sentido este tipo de emociones y no quería perderlo por nada en el mundo. 

Llegó al comedor y divisó a lo lejos al doctor Jung, al parecer se encontraba desayunando, se aproximó hasta llegar al él, mientras que el mencionado lo miraba extrañado.

- Jaemin, ¿Qué haces por aquí?

- Hola doc... digo, Jaehyun. Necesito tu ayuda.

- Ummm, ¿Qué hiciste ahora Jae? - la última vez que le pidió su ayuda fue porque se le había quedado atascado su brazo en la máquina dispensadora, lo admite, fue muy gracioso verlo atorado pidiendo auxilio, pero fue aun más gracioso ver que al sacarle el brazo, sus bolsa de papitas se había quedado atorado en la parte superior, Jaemin comenzó a hacer su berrinche como todo un niño chiquito, claro que, después de convencerlo para que regrese a su habitación, vino su príncipe azul al rescate con una bolsa gigante de papitas, ¿cómo lo consiguió? quién sabe, pero Jeno a veces podría ser alguien muy persistente cuando se lo proponía, así que no dudaba, en que tuvo que pedir ayuda a su padre, Doyoung por supuesto.

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