CAPÍTULO 13

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— Lya... — se escuchó su voz.

— Si..

— Tengo tu ropa, mira a ver si te vale, toma — me dijo. Yo abrí la puerta y le observé ahí parado con una bolsa de la mano. La cogí y le di las gracias, pero mi profesor no quitaba la vista de mi.

Carraspeé un poco para llamar su atención y entonces me miró a los ojos mientras se ruborizaba algo.

— Yo... Eh...te dejo cambiarte — dijo el mientras se llevaba una mano a la nuca y se daba la vuelta saliendo de donde estaba .

Volví a meterme en el baño cerrando la puerta. Mire a la puerta y sonreí sin saber por qué negando con la cabeza. Saqué la ropa y vi que era un conjunto de ropa interior rojo, un vaquero y una camiseta. Todo aquello me valió, aunque igual la camiseta era algo estrecha. Recogí las toallas y las dejé dobladas encima del lavabo antes de salir de aquella habitación. Fui por el pasillo sin saber dónde podía estar Ian, así que continúe por el pasillo de la segunda planta. Había tres habitaciones, una que estaba abierta de par en par y parecía ser la de invitados, luego otra que estaba cerrada y se escuchaban varias voces dentro.

Supuse que esa era la habitación del hijo de Ian así que preferí no probar a suertes... Me acerqué a la última habitación que tenía la puerta entornada, agarré el pomo y pensé si entrar o no. Decidí empujar un poco la puerta y asomé la cabeza. Vi de pronto a mi profesor desnudo a excepción del bóxer de espaldas a mí, también tenía el pelo mojado, así que supuse que se habría duchado. Salí rápidamente de la habitación dando un portazo detrás de mí, aunque después me maldije por el gesto, seguro que se había enterado de que le había visto, debí haberme ido sin más y no haber cerrado la puerta. Ahora no sabía qué hacer, pero en el piso de arriba no pintaba nada, así que me dirigí a las escaleras para ir al piso de abajo.

—Lya—oí mi nombre según pisé el primer escalón

Yo cerré los ojos antes de darme la vuelta sabiendo de sobra a quién encontraría al otro lado. Cuando me giré vi a Ian, aunque no pude mirarle mucho tiempo a la cara y acabé bajando la mirada al suelo, al menos ahora se había puesto unos pantalones, aunque seguía estando con el torso desnudo

—Perdón...—me disculpé—Yo... Llamaré a la próxima, lo prometo.

—Ah, ¿entonces va a haber próxima?—me preguntó divertido.

Yo miré hacia él y lejos de ver enfadó en su cara me pareció que se estaba divirtiendo bastante.

—Eh... Supongo que no—dije al final haciendo que mi profesor se riese.

De pronto se abrió la puerta de la habitación de mi derecha y comprobé que mi sospecha era cierta, aquella era la habitación de Martín, aunque no estaba allí solo, salió con otra chica y ambos se quedaron mirándonos a Ian y a mí

—¿Quién es? — preguntó la chica hacia Martín.

— No lo sé... Supongo que la amante de mi padre o algún rollo suyo o a saber... — saltó su hijo mirándonos. Yo abrí los ojos sorprendida y miré luego a Ian que también había abierto los ojos sorprendido y miraba a su hijo muy serio.

— ¿Qué fiera tu padre no? — salto entonces la chavala que había salido de la habitación. Mire hacia Ian que se había puesto más serio y miraba hacia la pareja. — ¿el otro día no estuvo con una de pelo negro? — se rió hacia Pablo. Este asintió y tiró de la mano de la chica de nuevo hacia su habitación. Cerró la puerta y volvimos a quedarnos ambos solos en el pasillo.

Yo me atreví a mirarle a la cara durante unos segundos, pero él sin embargo miraba hacia la habitación apretando la mandíbula.

Sin dirigirme la palabra fue de vuelta a su cuarto cerrando algo la puerta.

Yo sin saber que hacer, decidí seguirle minutos más tarde.

Llamé a la puerta y pasé un poco mientras observaba como él sacaba una camiseta de una cómoda.

— ¿Ahora si llamas? — me dijo. Preferí no contestar a su pregunta, se notaba que estaba algo molesto. Yo seguí avanzando hasta sentarme en la cama que había, era grande, con sábanas blancas. Olían muy bien. Él, que no me había prestado atención, me observó con curiosidad cuando me senté en su cama, ya con la camiseta puesta.

Él me miró durante unos segundos y después salió de su habitación dejándome allí.

Pasó un minuto hasta que volvió y cogió unos calcetines de la cómoda, tras eso se sentó a mi lado y se los puso.

—Igual me meto en donde no me llaman...—comencé a titubear yo llamando su atención—¿le eres infiel a tu mujer?—le pregunté ante el comentario de su hijo.

A mi profesor se le ensombreció el rostro.

—Tienes razón, no es asunto tuyo—me respondió cortante mirando hacia otro lado.

Yo asentí y me puse en pie.

—Perdón— me disculpé provocando que volviera a mirarme.

—No te preocupes—dijo algo más calmado.— ¿Saben tus padres que estás aquí?—me preguntó entonces.

—Eh... No—dije al final.

Ian se quedó en silencio.

—Igual debería avisarles—añadí al final.

Mi profesor asintió.

Por si me ves, estamos destinados  -Contigo soy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora