CAPÍTULO 25 - IVY ⛅

44 25 4
                                    

—¡Despierta!

Caleb seguía durmiendo plácidamente en el sofá. La manta aún lo cubría del frío. Tenía la boca abierta y una baba amenazante se rio de mí antes de caer al cojín.

Yo, en cambio, me había despertado hacía una hora. No podía dormir más. Estaba ansiosa por la búsqueda.

—Tenemos que ir a buscarlos. —Entreabrió los ojos e hizo un mohín. Le había interrumpido algún sueño bonito. Cerró los ojos de nuevo—. ¡Levántate! —Tiré de su oreja hacia mí.

—¡Ay! No era necesario. ¿Qué hora es?

—Las siete y media. Ya es tarde.

—¿Tarde? —gritó con voz ronca.

—Cada minuto que pasa pueden estar alejándose. Será más complicado encontrarlos.

—Hemos dormido apenas tres horas. Tengo sueño.

—¡Pueden estar muertos!

Me empezaba a desesperar.

Cruzó los brazos, se despegó de las sábanas y se sentó en el sofá.

—Está bien, lo entiendo.

Se pasó una mano por el pelo.

—No hay nada que entender. Deberías estar preocupado, no pensando en tus horas de sueño.

—Preocuparme no hará que vuelvan. —Clavó la mirada en el suelo y entrelazó las manos—. ¿Por qué no los busca la policía? ¿La madre de Jordan no la ha llamado?

—Según ella, sí. Pero no han encontrado nada.

Dejó salir una sonrisa incrédula.

—¿Y nosotros encontraremos algo?

—No sé si encontraremos a Jordan y a Margot y tampoco sé si encontraremos alguna pista relevante. Me da igual. Me niego a quedarme de brazos cruzados. ¡Es tu amigo, Caleb! ¿Cómo puedes pensar así?

—No somos superhéroes.

—No, no lo somos. Somos humanos. Nos guiamos por sentimientos y emociones. Y los que tengo por ellos son más que suficiente para salir fuera y buscarlos. No quiero que les pase nada, no los dejaré morir. Y si mueren —me estaba poniendo en la peor situación posible—, no podré decir que no lo intenté. Si ellos mueren y no he hecho el más mínimo esfuerzo por ellos, mis manos estarán manchadas de sangre. Igual que las tuyas. Es tan culpable el que provoca el mal como el que no mueve un dedo para detenerlo.

Caleb se quedó perplejo.

Mis palabras iban en serio. Debí haber estado con Margot, yo la recogí. Si morían, yo sería la culpable, pero Caleb sería cómplice.

Por un lado, me parecía injusto arrastrarlo conmigo si no lo quería. Por el otro, no me arrepentía de nada. Jordan era una persona importante para él. ¿Cómo tenía tan poca sangre?

Caleb no habló, así que pregunté:

—¿No tienes que llamar a tu madre? No has dormido en casa. Estará preocupada.

—Qué va. Ni habrá notado que no estoy. Seguirá durmiendo. —Se levantó del sofá con la mirada baja. Lo había incomodado. Debí cerrar la boca—. Tendrá resaca. Como siempre —murmuró, más para él que para mí.

—Lo siento —me limité a decir.

Movió la mano derecha de un lado a otro, restándole importancia.

Me dirigí a la nevera. Caleb fue detrás de mí. Cuando la abrí, observamos que estaba vacía.

—¿Problemas?

Los Tiempo CambiantesWhere stories live. Discover now