Capítulo 7.

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7******

Estuvimos allí por tiempo indefinido. José al poco tiempo de estar con nosotras se fue a la cabina para empezar con su sesión de la noche. Pinchaba música bastante bien y aunque no me agradaba del todo este tipo de música con el alcohol se hacía más bailable. Andrea estaba descontrolada, se lo notaba en los movimientos rítmicos que hacía cuando agitaba los brazos. Habló con todos los chicos que pasaban por su lado, buscando una presa para la noche, yo me ceñía a estar a su lado y pasar desapercibida cuando las miradas se ponían en mí.

Llegó un momento en el que me mareé. Miraba a mí alrededor y solo veía una mancha roja moviéndose de lado a lado que era Andrea. Su vestido rojo creo que estaba demasiado descontrolado. Me sujeté a la barra y trague saliva. No había bebido mucho, pero mi cuerpo aun estaba resentido de la noche anterior y con ese último daiquiri fue la gota que colmó el vaso, me sentía bastante mareada.

 Vi la oportunidad de salir fuera cuando ella se puso a bailar con un chico moreno inundado de anabolizantes. Me acerque a su lado dándole unas palmaditas en la espalda y le dije que volvía en enseguida. Salí de allí poco a poco, se había llenado bastante el sitio desde que llegamos y pese a que el sitio era pequeño me costó bastante pasar entre la gente. Cuando llegué a la puerta el portero recorrió mi cuerpo de arriba abajo.

-¿Ya te vas? –Pregunto humedeciéndose los labios.

-Me dejo a mi amiga aquí, enseguida vuelvo.

Me puso un sello en la muñeca para volver a entrar más tarde sin esperar cola, que era algo así como una especie de tentáculos y una K legible entre ellos. Salí de allí sumergiéndome en la noche cálida, caminando entre la gente que había fuera. Miré a un lado y luego al otro viendo que las personas a mí alrededor se hacían dobles. Me alejé acercándome a un espacio vacío donde se veía el mar. Me senté en el borde del recinto dejando mis pies colgando y miré hacia el cielo admirando una hermosa luna llena un poco distorsionada. Bajé la mirada al mar, se agitaba bajo mis pies golpeando en la muralla, los barcos se mecían suavemente a unos metros y un escalofrío llego a mi columna e instintivamente me rodeé con los brazos mirando sobre mi hombro. Allí en la lejanía pude ver un destello dorado y unos increíbles ojos azules traspasándome. Me petrifiqué.

¿Qué hacia aquí ese fantasma? ¿Me estaría siguiendo?

Fruncí el ceño cuando me sonrió desde la lejanía, fue una sonrisa ladeada pero lo suficiente para dejarme más desorientada de lo que estaba. Pensaba que ya lo sabía todo sobre fantasmas, pero este fantasma extrañamente no se acercaba a mí, siempre que lo había visto se quedaba en la distancia, observándome y la verdad es que no lo entendía.

Sin quitar la mirada de mí se dio la vuelta y continúo su camino. Como si fuera uno más entre los vivos difuminándose entre la gente. Me puse en pié aturdida bajo el aliento gélido que soplaba aún en mi nuca y lo seguí. Sabía que no debía de hacerlo pero sin embargo me encontraba haciéndolo. Camine entre la gente con la mirada fija en su espalda donde se reflejaba ese resplandor dorado. Choqué con varias personas por no perderlo de vista y finalmente lo vi metiéndose en otro local donde había un gran cartel que ponía “Marmalade”. Las paredes de este eran blancas, relucientes, bajo reflejos de tubos de luz negra,  la música era más suave, hasta incluso diría que hipnotizante.

Dejando atrás al portero me apresuré entre la gente. Caminé sin apartar la mirada de él, viendo como su rumbo iba fijo a un oscuro pasillo al fondo de la pequeña discoteca. La gente con la que me cruzaba apenas podía verles las caras, las luces y el humo blanco que salían de los cañones escondidos en el suelo hacían que mi mareo aumentara por momentos  sintiendo que en cualquier momento me caería redonda al suelo. Pero me resistí. Necesitaba saber qué es lo que pasaba con ese perturbante fantasma de ojos azules.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now