Caricias Oscuras

Capítulo 24.

Capítulo 24.

Cuando los rayos de luz entraron por la ventana rodé de costado todavía medio dormida.

Pensé en Logan.

Estuve esperándolo todo el día con un nudo en el estomago. Desconocía donde estaba y me inquietaba saber lo que pensaba de aquello que pasó en mitad de la noche.

Yo no sabía que pensar.

Mi mente empezó a jugar de nuevo con esa sucesión de tórridas imágenes. No me lo podía quitar de la cabeza. Todo pasó muy deprisa, ni siquiera supe lo que estaba pasando hasta que sus labios estuvieron sobre los míos...

Mi corazón empezó a latir fuerte, después, un cosquilleo deslizándose por mi nuca me advirtió de que no estaba sola en la habitación.

Tragué saliva.

Parpadeé un par de veces dejando la mente en blanco y giré. Logan estaba en una esquina observándome. Me recordó a una pantera negra, siempre al acecho entre las sombras y esto se estaba convirtiendo en un jodido y seductor hábito.

-Buenos días. –Su voz fue lo suficientemente baja como para enviar temblores por todo mi cuerpo.

Tragué duro.

-Hola. –Mi voz salió suave sintiendo como mis mejillas se volvían rosadas.

Aparté la mirada.

Incluso con unos vaqueros azules y una camiseta informal blanca que se tensaba contra su torso se veía totalmente magnifico. Pensamientos calientes de él en mi cama me invadieron, pero no. Los aparté rápidamente y me arreglé un poco la maraña de pelos que caían por mis mejillas. Este hombre me perturbaba demasiado. -Ayer no te vi en todo el día. -Me apresuré en decir.

-Estuve liado. ¿Me has echado de menos?

Me retorcí en el silencio. No sabía si contestar, pero mi subconsciente decía que si y más después de... Escuché una sonrisa, y entonces borré todo de mi mente frunciendo el ceño. Seguro que me estaba leyendo. Maldito demonio.

-Hemos averiguado que en tu familia hubo descendencia de sibilas.

Pasaron unos segundos antes de responder. -¿Cómo? No puede ser.

-Hay registros. Tu apellido forma parte de una estirpe de sibilas en el pasado.

-¿Y dónde esta ese registro?

-En ningún lugar donde lo puedas ver. No en este plano.-Lo miré molesta y el ladeó una sonrisa ostentosa.

Resoplé. -Está bien, digamos que mis antepasados eran sibilas, ¿porque me ha tocado a mí después de tanto tiempo?

-Eso es algo que aun no sabemos. No podemos ver a las Moiras. Morgan intentó contactar con ellas pero no reciben a nadie. Se meten en su cueva a jugar con el destino de las personas. Les encanta.-Su mirada fue dura, como si ese simple hecho le molestara.

Perdí la mirada somnolienta. Joder. ¿Mis antepasados fueron sibilas? ¿Enserio? Si eso era cierto ahora entendía muchas cosas pero dudaba de que mamá o la abuela lo supieran. Bufé suavemente mientras restregaba mis ojos.

-Mucha información de buena mañana, ¿verdad?

Lo miré, sus ojos tomaron aquel misterioso resplandor y me pregunte si iba a ser capaz de no decirme nada de lo que paso la otra noche.

-¿Qué quieres que te diga de la otra noche, eh?

Me quedé blanca. La sangre se fue de mis venas. Mierda. Me estaba leyendo la mente y la vergüenza rodeó mi cuerpo entero.