Capítulo 13.

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Tuve un sueño extraño. No sabía bien como había llegado allí.. Un sueño raro, pero a la vez placentero. Esos ojos azul oscuro me tenían absorbida hasta que las malditas gotas de agua me despertaron.

En el reloj pasaban las dos y media de la madrugada. Miré a mi lado y vi a Cristian durmiendo hecho un ovillo. La pantalla del televisor estaba gris emitiendo un sonido escalofriante, pestañeé. Lo último que recordaba eran unas imágenes de una película de acción que no sabía ni como se llamaba. Me aparté el pelo de la cara somnolienta y apagué la tele.

Plof plof plof....

Volví a escuchar esas malditas gotitas provenientes de la cocina.

Fruncí el ceño y me moví con cuidado hasta alzarme en pié. Mitad zombie caminé por el salón sumergiéndome en la oscuridad del pasillo. Entré en la cocina buscando ese sonido. El grifo estaba medio abierto dejando correr esas dichosas gotitas. Fui hacia él y lo cerré. Restregué mis ojos. Tenía mucho sueño. Busqué agua en la nevera y cuando empujé la puerta para cerrarla el frío se apoderó de mi piel.

Primero empezó el hormigueo en la parte trasera de mi cuello hasta poco a poco deslizarse por todo mi cuerpo. Sentía a alguien tras de mí, ¿El demonio? ¿Un fantasma cualquiera? No lo sabía... no sabía cómo reaccionar ante aquello, así que finalmente destapé la botella de agua y dí un sorbo largo pensando en darme la vuelta o volver al salón con Cristian.

-Veo que has pasado una buena velada.

Esa voz... me tranquilizó por una parte, no era un fantasma vagando por mi casa, pero su cercanía me ponía nerviosa, muy nerviosa. Supongo que era de esperar sabiendo que era un demonio. No me dí la vuelta pero notaba sus ojos clavados en mi nuca.

-¿Qué haces aquí?

-Estaba de paso. –Dijo indiferente.

-¿Has dejado tu el grifo abierto?

-¿Por quién me tomas Aria White? –Rió.

Cogí aire tranquilizándome. Respirando profundamente. Este demonio podía llegar a sacar lo peor de mí. No tenía ganas de discutir, estaba cansada y es más no quería despertar a Cristian, así que no me quedó más remedio que ir por el camino gentil. -¿Es que no duermes?

Su risa me inquieto tanto que no pude más y me di la vuelta para encararlo. Cuando lo hice me quedé helada, tuve que tragar saliva e intentar respirar con normalidad. Él... él era una silueta oscura difuminándose en las sombras de la cocina, pero esos ojos increíblemente brillantes lo delataban. Sus ojos... no eran de este mundo y nunca mejor dicho.

-Las almas no duermen Aria, pensé que lo sabías todo.

-Todo no... -Dije apretando la botella fría contra mi cuerpo como si eso calmara el calor que se despedía de mí. De repente me sentía cohibida.

Salió de la oscuridad caminando vagamente por la cocina hasta instalarse en el marco de la puerta. A cada paso que daba mi corazón retumbaba con él. Una gran sombra oscura de músculos se asomaba por el pasillo y volvió de nuevo la vista en mí.

-Veo que no se ha marchado tu novio.

-Ya te he dicho que no es mi novio, ¿por qué insistes? –Dije de mal humor.

-Porque me gusta verte con el ceño fruncido. Te queda sexy.–Y guiño un ojo dejándome perpleja. Suspiré forzado volviendo a la realidad.

-Está bien... dime, ¿qué quieres? –Pregunté cansada e intentando concentrarme para que no se notara mi nerviosismo. Ladeó una sonrisa y mi corazón se encogió.

Caricias OscurasWhere stories live. Discover now