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—¡Pequeña _________!
—¿Por qué no vienes con nosotros en el autobús?
—No lo sé, ¿Que hay de Bella?
Camine a lado de las hermanas Cullen entregándole nuestros permisos al profesor, antes de que alguna dijera algo sus parejas se acercaron a nosotras.
—Así que ella es la pequeña _________, al fin nos podemos presentar—habló la pareja de Alice—Alexander Cullen.
—Emmett Cullen, ya sabes lo que dicen. Lo mejor va hasta el final—reí ante tal presentación de ambos castaños.
—¿Vendrá con nosotros en el autobús? Jasper siempre va solo—sugirió Alexander, las miradas de los cuatro hermanos sobre mi en espera de una respuesta me ponía nerviosa.
—Probablemente en el regreso, chicos. No me gustaría dejar a mi hermana.
—Ahora que conoces a toda la familia seremos magníficos amigos—murmuró Alice con una gran sonrisa en su rostro, algo confundida por aquel comentario escuche a Bella llamarme.
—¡________!
—Debo irme, los veré en unos minutos—me despedí de estos yendo hacia mi melliza para ambas subir al respectivo autobús.
—¿Aún no crees que los Cullen son raros?—susurro Bella acomodando su cabeza en mi hombro.
—No por verlos raros les obligare a que me den explicaciones, Isabella—defendí acomodandome de igual manera.
Aún en silencio me quedé disfrutando del corto viaje que haríamos hacia un invernadero. Baje a lado de mi hermana observando todo el lugar, sin darme cuenta Bella ya se encontraba platicando con Edward y el pobre tendría que soportar a mi hermana pidiéndole explicaciones.
—Encontré estas flores y pensé que se las podía dar a mi enferma compañera.
—¡Jasper! ¿No te regañaran por hacer eso?—pregunté tomando aquellas flores moradas.
—No me importaría, ¿Te sientes mejor?—respondió caminando a mi lado.
—Algo así, el accidente de Bella me asustó demasiado—susurre dándole una corta mirada observando como se ponía más serio de lo normal—Si te preocupa que pregunte como Edward salvo a mi hermana, no lo haré.
Caminamos en silencio bastante agradable hacia los autobuses, no mentía al decir que me daba curiosidad saber el secreto de los Cullen pero jamás los obligaría a decírmelo.
—Supongo que no tienes los apuntes de las clases que perdiste—asentí formando una pequeña mueca en mi rostro—¿Por qué no salimos para que pueda darte mis apuntes?
