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Caí nuevamente en el pasto soltando un quejido, me quedé ahí tirada dándome cuenta del porque Jasper nunca perdió una batalla.
—¡Otra vez!
Cerré mis ojos para poder levantarme y continuar con aquel entrenamiento, esquive los primeros golpes del rubio pero no había servido de nada, me había vuelta a derribar.
Antes de que volviera a gritar me coloque de pie lista para volver a pelear, trate de no sonreír al ver que después de tantos intentos lo había derribado.
Aquel triunfo no duró nada pues volvió a derribarme, como si de una niña pequeña se tratara golpee el pasto ya molesta.
—Otra vez.
—Quiero descansar.
—Descansarás después—señaló mirándome molesto, ambos molestos no era una buena combinación.
—No me veas así, Jasper Withlock—gruñí acercándome a este—Nada de esto estaría pasando si me hubieras contado todo desde un inicio... Otra mujer loca esta detrás de mi familia, ¿Sabes que fue lo primero que me dijo?
—Que Renesmee era una niña apetecible, también me amenazó con eso.
—Lo peor es que por días me hiciste sentir como tu maldito objeto sexual ¿Solo para olvidarte que María estaba aquí? ¿Cómo quieres que este si con la llegada de esa loca mi matrimonio se vino abajo?
—__________...
—Quiero descansar—repetí comenzando a caminar hacia el bosque, subí al primer árbol que vi apoyando mi cabeza en el tronco.
Cerré mis ojos en un intento de relajarme sintiendo la suave brisa pegar en mi rostro. Desde donde estaba podía observar a Jasper admirando mi anillo de bodas, sonreí tristemente al ver como dejaba un beso en mi anillo.
—Puedes irte si quieres... Podemos seguir otro día.
Baje del árbol acercándome nuevamente hacia donde nos encontrábamos entrenando.
—Alguien debe mandar a María al infierno—murmure colocandome frente al rubio lista para pelear.
—Lo siento tanto—susurro antes de atraparme en sus brazos—Jamás quise hacerte tanto daño...
—¿Podemos hablar de esto luego? Mereces sufrir lo que yo sufrí...
—Créeme, lo merezco.
—Me siento poderosa—bromee sintiendo sus manos sobre mis mejillas. Antes de poder decir algo más la voz de María me hizo estremecer.
